“Ayer es historia, mañana es un misterio, el hoy es un regalo de Dios, por ello le llamamos presente.”
Bill Keane.
Las grandes transformaciones en las sociedades por lo general vienen de movimientos muy en el interior del ser humano que lo llevan a despertar de letargos, liberarse de yugos o cambiar su presente por un futuro más prometedor.
Lo que tenemos cierto es el hoy y el aprendizaje de lo que nos dejó el pasado, pero el trabajo y esfuerzo arduos del hoy marcarán lo que en un futuro habrá de convertirse en el hoy del mañana.
Por lo general se espera que el mañana para nosotros y nuestras familias sea mejor que el presente, para ello soñamos, planeamos y trabajamos.
Recuerdo como si hubiera sido ayer la primera vez que recorrimos la Autopista del Sol, la moderna y veloz vía que reducía el camino a Acapulco a solo tres horas.
Era una autopista moderna, con visión a futuro, que proyectaba limpieza, frescura y progreso. El mirador después de pasar el puente Solidaridad, las modernas tiendas de conveniencia, baños y servicios limpios y eficaces.
Poco menos de 30 años después nos encontramos con un retroceso, una autopista medianamente mantenida, en constantes reparaciones con contratos que parecen ser para saquear.
Lo que un día fue una zona de mirador hoy es un tianguis de fritangas apoderado por pobladores de quién sabe dónde, y aquellas tiendas de conveniencia han sido rodeadas y tomadas por infinidad de locales de lámina que hay que esquivar para poder ir al baño.
Y para colmo, mientras reina el caos en unos puntos, un establecimiento bien montado como el restaurante “4 vientos” es señalado y obligado por CAPUFE a pagar un derecho de vía (nota informativa página web de CAPUFE 26 jul 2021).
Casetas de cobro obsoletas que un día sirven y otro día no (aún las de pago automático) provocando largas filas, incomodidad y sensación de abandono y en fechas recientes ya ni eso, ahora en poder casi todo el tiempo por encapuchados que no solo nos muestran el abandono de la visión de futuro sino nos recuerdan el rumbo que sigue nuestro país.
Un atraco en masa a todos los mexicanos que usamos esa autopista que es de todos, un robo supuestamente justificado, sin embargo, ahora el robo es para todos.
Nos están robando la tranquilidad, la dignidad, el orgullo que en algún momento nos provocó aquella autopista moderna que nos invitaba a soñar con un mañana prometedor y del futuro, mejor, más moderno.
Si lo que funcionaba no funciona más, ¿cómo podemos entonces imaginar que los nuevos proyectos lo harán?, creo que todos queremos un mejor mañana y, aún con la polémica, esperamos que el aeropuerto de Santa Lucía tenga éxito, que la refinería se concluya y que el Tren Maya un día camine.
Pero si lo que en el presente no funciona, sino todo lo contrario, se deteriora a pasos agigantados, ¿qué nos garantiza entonces que el tren Maya no se convierta en una trampa masiva para saqueadores encapuchados? ¿O que la refinería de Dos Bocas no acabe en un proyecto faraónico que jamás funcione?
Si no se cuida el presente con dedicación, disciplina, estrategia y miras a futuro, es imposible crear un futuro mejor.
Lo que hoy nos queda decir de este presente que nos fue dado, es que “es lo que hay” y lo único que me pregunto es: ¿Dónde quedó ese valor, esa sangre en las venas que nos convoca a defender y luchar por ese mejor mañana para nosotros y nuestros hijos?
El pasado, ya fue; el futuro es un misterio, pero si los gobernantes, las autoridades y todos los que lo puedan hacer, no ponen orden, el regalo del hoy, sin querer o queriendo, está condenando el mañana a un desastre seguro.
Enrique Espinosa Olivar