“La imaginación frecuentemente nos llevará a mundos que jamás fueron. Pero sin ella no iremos a ningún lado”
Carl Sagan
Hace millones de años cuando la creación, surgen los átomos, luego forman moléculas, posteriormente crean células, organismos, hasta llegar a los seres humanos, así sucesivamente, el hombre se organiza y crea clanes, sociedades y civilizaciones.
El hombre es el único animal capaz de imaginar y plantear realidades que aún no existen y quizá nunca existirán, desde las religiones, empresas, novelas, películas y hasta chismes.
Al igual que los organismos tuvieron que ir progresando para adaptarse a nuevas circunstancias y adversidades, el ser humano ha hecho lo propio, cambiar, evolucionar o rezagarse y desaparecer.
Pero ¿qué pasaba con los organismos que no se adaptaban a tiempo? ¿qué pasó con las especies que no cambiaron ante las nuevas circunstancias? Ya fuere por selección natural o por otras causas, desaparecieron.
Me pregunto si todos los contextos fueron ajenos a la especie o en ocasiones provocadas. Por ejemplo, hoy estamos viviendo un cambio climático que no es provocado por el Sol ni el universo, enteramente, es resultado del comportamiento de nuestra especie.
Entonces, un joven que se educa y prepara para el futuro, estará dispuesto para nuevas realidades, los que no, quedaran relegados y será la misma sociedad o el universo que los absorberá y su ausencia no se sentirá.
Quizá en México estemos viviendo un poco la carrera en la que participamos aún sin saberlo, y sea la selección natural la que esté provocando la gigantesca ola de violencia, desapariciones, el mal manejo de la pandemia entre otros males, que están depurando una sociedad que pareciera no querer tomar control de su destino.
Por supuesto que hay cosas que se salen de nuestro control, pero si vemos por ejemplo que la tendencia global son los vehículos eléctricos y nos empecinamos en construir y comprar refinerías, terminaremos tarde o temprano con montones de chatarra.
Es como si nos obcecáramos en fabricar bombillas, bulbos u otros objetos que hoy solo existen en los museos.
Por otra parte, tenemos la histórica oportunidad de hacer lo contrario, incluso, plantear un modelo de destino comenzando por nosotros, nuestras familias, nuestras comunidades y hasta nuestro país.
Si tenemos la capacidad de soñar, de imaginar y de organizarnos al igual que lo hicieron las células, las moléculas, las civilizaciones del pasado, hagámoslo, accionemos y no nos detengamos en un remedio inmediato que busca el clientelismo y una estabilidad aparente que nos impide movernos por miedo o por aparente comodidad.
Somos un país con extraordinarias oportunidades, recursos, historias, gente maravillosa, basta con decretar y determinarse que mañana tendrá que ser un mejor día.
Desde cambiar la alimentación, la actividad física, el arreglo personal, hasta decidir tomar el control de nuestro futuro, aprender un oficio, un idioma, a usar una computadora, a vender cosas en línea, a pintar o escribir, hasta decidir estudiar una carrera o emprender un negocio.
¿Por qué dejar nuestro destino a merced de las circunstancias? ¿Que acaso no somos capaces de organizarnos y evolucionar? Educarnos a nosotros mismos, a nuestros hijos, a nuestra comunidad, empezando con el ejemplo.
Si nuestros antepasados aplicaban el TEQUIO en una faena o trabajo colectivo, por qué no poder hacerlo ahora y aplicarlo en un trabajo colectivo construyendo en comunidad y evolucionando con o sin la participación del gobierno.
En la escuela, en la comunidad, en la empresa e incluso en ese sueño que tuvimos, vale la pena contagiar y compartirlo ya que, de otra manera, otras especies evolucionarán y nosotros correremos el riesgo de quedarnos rezagados en la mediocre satisfacción de pasar un día tras otro siendo los mismos.
Enrique Espinosa Olivar