“Ser bueno es fácil, lo difícil es ser justo”
Victor Hugo
Recuerdo que de niño me divertía mucho jugar Monopoly, mejor conocido en México como Turista, un juego donde se mezcla la suerte y la estrategia para ganar dinero de juguete, países, cafés y hoteles, cada vez mas entre más propiedades se adquirían y consolidaban.
Ahora imaginemos una partida de aquel juego donde a un jugador se le da el doble de dinero que a su oponente y además al que menos se le dio, se le permite usar solo un dado en sus turnos a diferencia de aquel al que más se le dio.
Está comprobado que, al terminar el juego, el 100% del tiempo gana el que comenzó con ventaja, sin embargo, al preguntar porqué ganó uno y perdió el otro, el ganador siempre afirma que fue gracias a su pericia y estrategia.
Ahora, imaginemos un juego donde ambos jugadores tienen las mismas condiciones, pero uno decidió tomar un curso intensivo de estrategias, en vez de ir a la cantina o al parque con sus amigos, dedicó tardes en estudiar y entender las mejores estrategias.
Durante la partida el dueño del tablero que controla el juego acusa al que mas se preparó de ventajoso, gandalla y abusivo y conforme avanza el juego, al que ganó con estrategia le van quitando sus ganancias, propiedades, etc. y le regalan una parte al que va perdiendo y una gran parte se la queda el que controla el tablero.
Al final del juego, el que más se preparó, perdió, el que no hizo el menor esfuerzo, no ganó mucho mas, pero empatan.
Aquel que empató injustamente se pica con el juego y se vuelve un experto, pero cuando comienza a ganar por su pericia le comienzan a hacer lo mismo y finalmente, aunque sea muy bueno, termina siempre empatando o perdiendo.
En nuestro país se ha buscado señalar y satanizar a todos aquellos que tienen más, ya sea dinero, educación o lo que sea, afirmando que el pueblo bueno descendiente de los mexicas es el único justo y que Cristobal Colón trajo todo lo malo a nuestro continente.
Valdría la pena hacer alusión a la justicia e igualdad mexica, la cual era inexistente ya que, desde las épocas ancestrales, había tanta desigualdad que incluso había un Tepochcalli y un Calmecac, una escuela para el pueblo y una para la realeza, así que es incorrecto e injusto señalar y culpar a los españoles, a los alemanes, a los priistas o a los panistas de la desigualdad que se vive.
Ver al pasado no resuelve nada, pero ver al futuro podría dar una luz de esperanza, para generar condiciones iguales en cuanto a condiciones de competencia para que todos tengan la oportunidad de jugar y competir en igualdad de circunstancias.
Pero si el gobierno en vez de promover la competencia tanto entre particulares como empresas prestadoras de servicio concentra todo el poder en unos cuantos, entonces, será como si la ciudadanía intentara jugar en un tablero donde un jugador tiene 4 dados y 100 veces mas recursos teniendo un dado que solo tiene el numero uno en todas sus caras y, además, si de pura suerte logra ganar algo, se lo quitan y aquella ganancia se reparte entre los que no hicieron esfuerzo alguno.
El discurso de nuestro presidente pareciera justo, buscar reducir las brechas de desigualdad, sin embargo, en lo práctico, los monopolios siguen creciendo y los emprendedores, estudiantes, jóvenes, etc. parecen ser objeto de ataques sistemáticos y agresivos para evitar que se preparen para o al menos entiendan el juego donde además las reglas cambian constantemente.
Y, por si fuera poco, gobernantes y funcionarios deciden además de controlar el tablero, jugar, cambiar reglas, arrebatar lo que no pudieron ganar a la buena, ganar a toda costa.
Así que, citando a Víctor Hugo y a nuestro presidente, ser “pueblo bueno” parece fácil, pero ser justos es lo que importa, porque corremos el riesgo como ha sucedido en países como Venezuela y Cuba, los jugadores se han cansado, han retirado sus fichas y se han ido a donde hay oportunidad de jugar y competir en un entorno justo.
Enrique Espinosa Olivar