Hay que cambiar los partidos políticos porque funcionan mal, porque se han convertido en instituciones para la defensa de intereses particulares en detrimento del interés general, y porque son incapaces de articular una salida creíble a la crisis política, institucional y moral que aflige a los nuevoleoneses.
Los vientos de cambio soplan anticipadamente a los tiempos de campaña. Lo único importante que se dirime en estos tiempos es quién gestionará la licitación pública, las subvenciones y la regulación. Es decir, han comenzado a repartirse amigos por todos los partidos y así siempre quedar cobijados. Sin aludir a nadie en particular, los funcionarios que votamos eran blancos, verdes, azules o anaranjados y todos quieren, por supuesto, el poder y las prebendas que conlleva.
El fortalecimiento de las cúpulas dirigentes de los partidos como medio para establecer orden político fue la opción que se adoptó cuando el estado era bipartidista, por omisión quedó vacante la plaza del ciudadano y hoy no sé si hay carencia de ideas, liderazgos o existe un funcionamiento interno muy opaco que imposibilita el debate interno, el surgimiento de proyectos nuevos, pero cada proceso son las mismas caras en distintos frentes.
No es solo el ciudadano de a pie el que no puede debatir sus iniciativas, tampoco pueden hacerlo los militantes. Los órganos de dirección están muy atentos en abortar cualquier iniciativa transversal que suponga contactos directos de unas agrupaciones con otras.
Los llamados partidos grandes, incluyendo MC, tercera fuerza política del estado, no son canales de participación política, para muestra la marcha en la defensa de un aire limpio del fin de semana. Una persona cualquiera con inquietudes, que no busque un cargo público, sino un marco de discusión política de sus ideas e iniciativas hacia actividades socialmente útiles, no tiene cabida en los partidos. Ellos, los de los partidos, hacen marchas, mítines y recorridos donde los militantes que asisten tienen un cargo público o han conseguido su trabajo gracias al partido.
Pensemos en ciudadanizar más la política, no nos vaya a pasar como decía Winston Churchill: “Algunos cambian de partido para defender sus principios; otros de principios, para defender su partido”.