Con profundo dolor sabemos que cada día matan a 11 mujeres en México, siete de cada diez han sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida; el 8M congrega miles de reclamos que a una voz exigen justicia en las principales plazas del país.
Los datos duros del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública dictan que durante 2022 tres mil 754 mujeres fueron asesinadas; de ellas solo 33.7 por ciento se investigó como feminicidios.
La narrativa de las protestas incide que hay que tomar las calles para exigir el fin de los actos violentos contra las mujeres, con rabia para que nunca más otra mujer experimente el miedo que acompaña una mirada lasciva.
Son las más jóvenes quienes al pie de lucha son las más provocadoras del movimiento, decenas de colectivos que rondan los 20 y 30 años, el rango de edad más expuesto a la violencia de género.
En México, una de cada cuatro mujeres entre 15 y 49 años sufre violencia física o sexual por parte de su pareja; Nuevo León no es la excepción.
No se trata de uniformar ni fomentar el pensamiento único, pero hay causas que requieren unidad, la multiplicidad de voces exigen un cambio de vía a una sola voz en contra la violencia de género, un grito con rabia y desesperación ante la impunidad.
La lucha feminista ha develado una extraordinaria capacidad de transformación social. Si bien es cierto que en los últimos 50 años se han producido cambios salariales, libertad sexual y reproductiva; la lucha contra la violencia de género se mantiene presente en nuestra cotidianidad.
El reclamo de las mujeres no es cosa menor, en Nuevo León hemos tenido casos emblemáticos e inconclusos: Debanhi, Yolanda, Marina, Kimberly o como quiera llamársele a esa mujer que desapareció.
Nuevamente las calles se pintarán de morado este miércoles 8 de marzo, el 8M. En cada marcha debería darse una presencia masiva en las calles de hombres renovando su compromiso para defender la igualdad.
Voy a la plaza porque es cosa de todos, por aquellas que viven inseguridad, violencia, acoso y desesperación, pero también por las que construyen un piso más parejo, las que rompen el techo de cristal.
@enriqueburgosv