Política

Enseñanzas olímpicas

Entre polémicas y majestuosas, las olimpiadas de este año en París nos dejan un legado de experiencias que vale la pena recoger en, al algunas reflexiones.

La primera es sobre la controversia levantada en torno a si la representación de la última escena de la inauguración fue una burla o no a un acontecimiento importante para los católicos como fue la última cena de Jesús con sus discípulos, hay varios puntos que reflexionar:

Personalmente no vi en el momento, ninguna representación que tuviera intenciones de mofa, fueron los comentarios incendiarios, como se acostumbra en redes sociales, los que levantaron en mi la sospecha sobre ese margen de interpretación.

Independientemente de si fue o no algo intencionalmente buscado, comparto dos reflexiones: cuántas veces no reaccionamos a una persona, comentario o suceso dejándonos influenciar más por lo dicho en medios masivos que por lo que nosotros realmente pensamos de lo acontecido.

Las redes sociales tienen en nosotros un efecto masificador, valdría reflexionar sobre cómo perdemos y cedemos nuestra individualidad con tanta facilidad.

La segunda reflexión tiene que ver con que, aunque la intención de ofender haya sido esa, algo que, personalmente, no creo, vale la pena reflexionar en la sobre moción y sobre exposición de aquellos que, un día e incluso, históricamente, han sido marginados socialmente, en este caso, la comunidad LGBT+.

El problema no es su afirmación exacerbada sino las causas que los llevan a hacerlo, es decir, en lugar de atribuirles la ofensa, debiéramos reparar en el motivo que la ocasionó y revisar más qué hemos hecho y no lo que hicieron otros.

Una tercera reflexión es la desigualdad de condiciones en la que algunas competencias se dieron debido al género expresado por algunos atletas transexuales que los posicionó en rondas de competición con otros atletas no transexuales, o bien, atletas que por condiciones genéticas y ajenas a su voluntad tienen ciertas ventajas que los llevaron a la cima.

En cualquier competencia y del tipo que sea, hay dos consideraciones: deben darse en circunstancias de igualdad entre quienes compiten ya que, de otra manera, se tendrán que analizar las situaciones de acceso y facilidad de adquisición de “ayudas” a su desempeño que, por las brechas sociales, unos tienen y otros no.

Otra consideración es que el mérito deberá corresponden al excelente desempeño que tiene por fundamento años de constante disciplina y esfuerzo personal y no porque hormonal, constitutiva o genéticamente existan ventajas que, aún cuando no dependen de su libertad ni de su voluntad, los ponen en un mejor lugar.

En el caso de atletas transexuales, hombres que cambian al género femenino la estructura cerebral, la anatomía, las hormonas, la constitución genética y biológica entre un hombre y una mujer marca una clara ventaja en ciertas habilidades de fuerza, resistencia, etcétera que una mujer no transexual tiene en menor grado.

Lo mismo vale para una mujer que cambia a hombre; por ello, lo que debiera ser correcto para cumplir con el principio de justicia y de igualdad de circunstancias, es establecer una categoría de atletas transexuales que compitan entre ellos pero no hacer las combinaciones sabiendo que hay diferencias que no se pueden igualar entre un hombre y una mujer.

Al respecto, aquí, también debieran hacerse análisis casuísticos que no infieran universales, es decir, cada persona y cada caso es diferente, pero, para no caer en un relativismo discriminatorio, se debieran establecer medidas mínimas y máximas objetivas de las hormonas que juegan factores determinantes en una competición olímpica para que, sin ser proclives a decidir con fundamento en las ideologías, lo hagamos con fundamento en algo que sea objetivo y medible.

Estas, como las anteriores olimpiadas nos muestran la necesidad de seguir uniendo esfuerzos no sólo por crear ambientes que fomenten valores como la interculturalidad y la disciplina sino otros como la autoreflexión, la justicia y sí, la inclusión que promueva y rescate la diferencia humana como elemento de riqueza y no de conflicto.


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Elizabeth de los Ríos Uriarte
  • Elizabeth de los Ríos Uriarte
  • Profesora investigadora de la Facultad de Bioética de la Universidad Anáhuac México
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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