López Obrador hace tiempo condenó una serie de palabras, entre ellas: “empatía”. Las colocó en el saco del léxico neoliberal. Señaló que hay términos que no se entienden. Agregó también “resiliencia”. Sin embargo, nombrar es importante y enriquece. Es definir, reconocer, identificar, dar sentido y existencia.
Por ejemplo, la resiliencia de mujeres en busca de sus seres queridos, en este país de fosas, crimen e impunidad, se manifiesta en su lucha por encontrar justicia.
Ayer, integrantes del Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México acudieron a Palacio Nacional. Mientras ellas se manifestaron en la calle, adentro se llevó a cabo la conferencia mañanera más breve hasta el momento, para dar paso a un espectáculo, con Eugenia León, con motivo del 10 de mayo.
Andrés Manuel no recibió a las madres que no festejan, que recorren la República con las fotografías de sus hijos e hijas en el pecho. Salieron a su encuentro funcionarios de Gobernación: la secretaria Olga Sánchez Cordero, el subsecretario Alejandro Encinas y la comisionada Karla Quintana.
La delegación de víctimas entregó una petición a AMLO muy clara y puntual: Que haga uso de su facultad de veto para expedir una nueva Ley de la FGR, así como la reforma a diversas disposiciones legales, incluida la Ley General en Materia de Desaparición.
“Le pedimos que le diga al Presidente que nos urge que nos escuche. Si él escuchó al fiscal (Gertz Manero), no lo sabemos, pero al fiscal sí lo escucharon en el Senado y en Diputados y a nosotros no nos han escuchado”, le expresaron a Olga Sánchez Cordero afuera de Palacio.
Ojalá el mandatario deje a un lado la demagogia y haga suyas palabras como “empatía”. Y valore la resiliencia de tanta gente en un México de 87 mil personas desaparecidas y de un rezago forense de más de 50 mil cuerpos no identificados.
Aquí entre nos
Podrán decir que cumplieron con revisiones y anunciarán que deslindaron responsabilidades, está bien. Pero ya hay un hecho inocultable, una terrible realidad: niños y adultos fallecieron en la negligente tragedia del Metro de CdMx. De verdad, hoy por hoy, ¿ni una sola renuncia?
Esta no es un capricho ni una venganza en contra de algún burócrata. Tampoco una sentencia condenatoria. Independientemente de los culpables, los funcionarios son responsables de los organismos que dirigen.
Elisa Alanís
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