Por estar en boca de muchos la defensa del INE y la palabra democracia, saco de los recuerdos de mi infancia una de las clases de civismo de mi profesor de cuarto año de primaria, Ursino Leal Hinojosa, en la que aprendí lo que es la democracia perfecta.
Por supuesto, el profe Ursino no habló de democracia perfecta; soy yo quien al recordar aquella clase de hace 60 años así la califico.
Después de explicarnos lo que es una mesa directiva y cómo se elige a sus integrantes, dijo: “En la democracia la mayoría gobierna, y los que pierden le ayudan a los que ganaron; y se es mayoría cuando se gana la mitad más uno”.
Estas palabras contienen casi todo el valor de la democracia porque, en primer lugar, se alude a la regla esencial de la democracia: la regla de la mayoría, que es la mitad más uno. Esta regla, dice Bobbio, es inamovible; de manera tal que si se modificara por la mayoría no sería algo democrático.
Y en segundo lugar porque en el enunciado “los que pierden le ayudan a los que ganaron”, implícitamente se encuentra la idea de que los perdidos los ayudan a gobernar por medio de la crítica, es decir, criticando al gobierno. Pero, ojo, una cosa es criticar y otra censurar.
En efecto, la palabra crítica, del griego antiguo κριτικος tiene tres significaciones: a) capacidad de juicio, b) censura y c) como crisis.
Crítica como capacidad de juicio significa saber dirigir el entendimiento por un camino que arribe a una verdad; por lo tanto, si la crítica es tal, forzosamente tiene que ser un pensamiento que se dirige a lo tenido como verdadero, o correcto, con el propósito de superarlo.
La crítica como capacidad de juicio es la que sirve no solo para ayudar a gobernar a los que ganaron la elección, sino, además, posibilita ganar adeptos para triunfar en la siguiente elección.
Y por el contrario, la crítica en su significación de censura es la negación de la razón, sea porque se defienden intereses inconfesables, dogmas inamovibles, o debido al extravío de la razón. En síntesis, en la crítica como censura, que es la que por desgracia se desborda en los medios, se rechaza todo aquello que choca con los intereses de la ideología del partido, la religión o la moral que se profesa, o los intereses económicos que se defienden, etcétera.
Por último, crítica, en su significación de crisis, hace referencia a un estado temporal de anormalidad de un sistema cualquiera, sea provocado por factores endógenos o exógenos, o por ambos; por definición, toda crisis es posibilidad de superación.
Dicho lo anterior, ahora, con respecto a la idea de democracia perfecta, inspirado en mi profesor Ursino y con base en el racionalismo crítico de Karl Popper sostengo que ésta solo puede existir si el valor de la democracia no está solo en los códigos, sino también en la cabeza de los ciudadanos.
Imposible que haya una democracia perfecta sin ciudadanos que sean poseedores de una sólida formación democrática, lo que implica, debido a que en la democracia se gana o se pierde, no solo ser buenos ganadores, sino también ser buenos perdedores.
Para concluir pregunto, ¿en el caso del mentado plan b se ha violado la regla de la mayoría para hablar de antidemocracia? ¿De verdad alguien cree que en las anteriores reformas electorales impulsadas por los gobiernos priistas bondadosamente se hicieron para ayudar a la oposición?
Ni siquiera en una democracia perfecta acontece tal cosa, porque solo es por medio de la crítica, como capacidad de juicio, como se logra ganar espacios de poder.
Efrén Vázquez Esquivel