Si la crisis hídrica que vivimos en Nuevo León no es tratada correctamente por el gobernador Samuel García, con la ayuda de la oposición panista y priista, especialmente, puede llegar a convertirse en una crisis política de impredecibles consecuencias.
Una crisis política es, en esencia, una crisis de representatividad y legitimidad. Y el baremo para medir ambos factores es, en primer término, su triunfo en las urnas y su actuación con base en las leyes. En este sentido el gobierno de Samuel García, al haber ganado la elección con un amplio margen, cumple con la exigencia de representatividad democrática y, por ende, de legitimidad racional fundada en la legalidad.
Pero el gobernador, en vez de ocuparse del problema del agua desde el inicio de su gobierno, que todos sabíamos que de un momento a otro explotaría, y de pactar con los diputados de oposición las directrices de una gobernabilidad democrática para Nuevo León, puso todo su esfuerzo en equilibrar las fuerzas en el Congreso cooptando a diputados priistas y panistas.
Decidió medir sus fuerzas con los que el nombra como “vieja política”; innecesariamente también cooptó para el MC a alcaldes priistas y panistas. Tal vez, de no ser por la agudización de la crisis del agua, estas acciones hubieran logrado una legitimación con arreglo a fines, después de que sus más caras promesas de campaña se cumplieran.
Mas el cálculo político de Samuel García falló. Al parecer no se dio cuenta que contar en casa con una cisterna es un privilegio; que no cualquiera puede comprar un tinaco. En síntesis, no advirtió la magnitud del enojo y descontento de la población por levantarse a las cuatro de la mañana (un día y otro más y el siguiente también) a abrir el grifo de agua y, en vez de agua, solo sale aire.
En fin, la crisis del agua hoy es parte de la coyuntura política en Nuevo León en la que se muestra agrietado el sistema político. Si éste se agrava, puede generar una crisis política. Desde luego, la oposición oportunista que tenemos, no propositiva, bajo el principio de: “Quítate tú pa’ ponerme yo”, se siente complacida por el descontento que hoy envuelve a la población.
Efrén Vázquez Esquivel