Por definición, la palabra política designa a los asuntos de la vida pública y a los fines que se pretenden alcanzar en el ejercicio del Gobierno en beneficio de todos, pero en los hechos, por culpa de muchos políticos, el sentido que por lo general cualquier persona encuentra a dicha palabra relacionado a la actividad de los políticos es incongruencia, mentiras, complicidad, corrupción, traición e impunidad...
La política es el lugar privilegiado de la impunidad. Los políticos pueden corromperse de múltiples formas: mentir, calumniar, injuriar, intrigar, engañar, defraudar y hasta robar, y mucho más, porque, confiados en el dicho popular de que “perro no come perro”, confían en que encontrarán en cualquier órgano de Gobierno a alguien que los proteja con el manto de la impunidad.
Y que los hay los hay en todos los órganos de Gobierno, hasta en las fiscalías y en los tribunales.
Ahí está, por ejemplo, el caso de la desviación de recursos en el proceso de recolección de firmas cometido por el ex gobernador Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón, firmas que eran necesarias para postularse como candidato independiente a la Presidencia de la República en las elecciones de 2018.
Y que conste, se trata de hechos debidamente comprobados, puesto que existe una sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). No se trata de uno de tantos juicios paralelos que también, por qué no decirlo, se efectúan en algunos medios.
Y después de cinco años de la sentencia del TEPJF, en el Congreso del Estado de Nuevo León, controlado por el PRI-AN, todavía se está discutiendo si se le impone o no una sanción. Obviamente, el Congreso no está facultado para imponer sanciones, pero sí para someterlo a juicio político, cuando era gobernador, cosa que no se hizo, o para inhabilitarlo para ejercer un cargo público hasta por seis años.
Hace cinco años, el ex ministro Eduardo Medina Mora, días antes de su renuncia, obligado por las circunstancias y probablemente motivado por la larga cola que arrastraba, le echó la mano a El Bronco. ¿Quién será ahora el Chapulín Colorado de El Bronco? ¡Urge dignificar la política!