
Chiapas representa cerca de 60 por ciento de la frontera sur de México con 654 kilómetros con Guatemala. Las aduanas chiapanecas registraron en 2022 cerca de 2 millones de operaciones de exportación con su vecino del sur, lo cual representó un valor de 842 mil millones de pesos. En ese mismo año, las exportaciones de México a los países de Centroamérica se valuaron en 155 mil millones de pesos, lo que equivale al 0.5 por ciento del PIB nacional y 44 por ciento del PIB de Chiapas.
Este intercambio comercial, sumado a una amplia diversidad étnica y cultural que viene de mucho tiempo atrás, hace de la frontera sur una de las más relevantes del mundo al conectar el sur con el norte del continente americano.
Este dinamismo fronterizo no es del todo nuevo. Previo a la división que en la Colonia se hizo de Chiapas con Centroamérica, en esa región florecieron culturas que compartieron un mismo terruño y cultura. Los límites entre Chiapas y Guatemala no se formalizaron hasta mediados del siglo XIX con la unión del Soconusco a México; y en el siglo XX prevaleció el intercambio comercial y el tránsito ordenado de personas que buscaban mejores oportunidades del lado mexicano. En los años noventa, Chiapas y, por tanto, México, fue el refugio de hermanos centroamericanos que salían de sus países a causa de conflictos armados.
Actualmente, la afluencia de migrantes que transitan por Chiapas buscando llegar a los Estados Unidos demanda una solución de gran escala que, lejos de separar o cancelar el derecho a migrar, genere las condiciones humanitarias que permitan un tránsito ordenado y seguro o en su caso un ambiente de viabilidad para quienes decidan permanecer en Chiapas.
Si el principal motivo de quienes transitan por nuestro estado es la búsqueda de empleo y mejores oportunidades, la construcción de una frontera sur industrial, generadora de empleo y condiciones de vida adecuadas coadyuvaría a la resolución no solo de la problemática propia de Chiapas, sino de las naciones implicadas como México, Estados Unidos y los países Centroamericanos.
Si tan solo las empresas mexicanas que manufacturan exportaciones a Centroamérica se instalaran en la frontera sur industrial, se generarían 127 mil empleos y alrededor de 9 mil millones de pesos en salarios que se les pagaría a los trabajadores fronterizos. Ahora bien, incluir en este gran acuerdo a Estados Unidos, el principal socio comercial de nuestro país, estos indicadores aumentarían inicialmente hasta en un 50 por ciento con la posibilidad de ir aumentando progresivamente.
Para ello, desde Chiapas promoveremos que se celebre un gran acuerdo diplomático que incluya a Estados Unidos, países centroamericanos y México, que comprometa a las partes a realizar los esfuerzos necesarios para desarrollar la frontera sur industrial.
Con la federación, habremos de generar las gestiones necesarias para poder ofrecer incentivos fiscales, así como tasa cero en IVA e ISR; el mejoramiento de la infraestructura portuaria para aprovechar la ferroviaria que ya se encuentra en marcha; y mejoras en las instalaciones aduanales.
En lo local trabajaremos por lograr la paz y la tranquilidad de las inversiones; mejoraremos la capacitación de mano de obra; daremos facilidades para la adquisición de terrenos, mejoramiento de suministro de electricidad y otros energéticos, así como subsidios en el pago de servicios y otros impuestos.
Con todo esto, se estima que las empresas exportadoras dispuestas a reubicarse podrían aumentar sus utilidades netas de entre un 24 por ciento a un 40 por ciento, lo cual sin duda resulta atractivo para las inversiones que son necesarias para ofrecer oportunidades de vida en la frontera sur de México.
No obstante, todo este esfuerzo deberá estar acompañado de una política de vecindad fraterna y de una invitación permanente a las y los chiapanecos de que lo más relevante es el humanismo y que por el bien del pueblo de Chiapas y México, es importante desmontar el prejuicio de las diferencias generadas a partir del lado de la frontera donde nos tocó nacer. Abrir nuestra conciencia para asumir que cualquier persona tiene el derecho de moverse de su lugar de origen. Que todos somos humanos y que la humanidad y el desarrollo de nuestros pueblos son compartidos.