La realidad es que no. Ayer a pesar de los grandes esfuerzos del INE, el público asistente, los moderadores y la dinámica impresa, estuvimos ante uno de los momentos menos útiles para la democracia en estas campañas presidenciales.
Lo escribo tras haber visto detenidamente no solo el segundo debate entre candidatos a la Presidencia, sino después de haber escuchado hasta tres mesas posdebate y algunos comentarios en las redes.
Para la mayoría, quizá en un ánimo de no acartonarse con la política, el episodio se remite a la burla y memes por lo acontecido, principalmente entre Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya Cortés.
Pera seamos honestos ¿a quién realmente le gustó que la mayoría del tiempo fuera invertido en señalamientos, ataques, sobrenombres y críticas? muy poco de lo ofrecido nos remite a recordar propuestas reales y concretas para los mexicanos, y en este caso para los mexicanos en Estados Unidos que fueron el tema central del debate.
¿Por quién van a votar los mexicanos que radican en el país del norte?, lo más seguro es que ya tengan su decisión, sobre todo cuando se la juegan a diario en un ambiente hostil y de discriminación. Es normal, hoy salgan a preguntar que quiere la gente que está trabajando mucho y ganando poco, la que está pidiendo dinero en la calle, la que no tiene seguridad social ni prestaciones, las que viven en un municipio sin recursos y sin servicios, o los que viven medianamente bien, pero están aterrados a perder todo lo que han conseguido.
Lo de ayer me dejó un tanto decepcionado porque más allá de que todos se proclamaron como ganadores, me hizo ver perfiles hasta ahora desconocidos y que pueden terminar impactando en la opinión del electorado.
Un ejemplo es Jaime Rodríguez Calderón, quien de pasar a ser uno de los más polémicos y propositivos del primer debate, se quedó en simple espectador y provocador de sarcasmo y risa para este segundo.
Los candidatos quedaron demasiado expuestos a mi parecer, y no se soltaron en ningún momento para poder explicar a fondo una sola de sus propuestas. Un planteamiento, en donde a manera de clase, hubieran podido dar a entender qué quieren y cómo lo estarían logrando en caso de llegar a la Presidencia.
Muchos buenos deseos, muchos ataques, muchas risas y memes, pero muy poco lo que nos deja el segundo debate entre presidenciables, ya sin Margarita Zavala a quien los días posteriores a su renuncia parecen haberle dado la razón. En nada le hubiera beneficiado el haber acudido a un espectáculo como el que vimos ayer.
Queda una tercera oportunidad en Mérida el próximo 12 de junio en donde los aspirantes tendrán su último careo de contendientes y en donde posiblemente lancen sus últimas cartas para defenderse, alzar la voz, testificar y hasta suplicar que la gente vote por ellos.