Como se anticipó ayer en este espacio, los morenistas de Hidalgo se alistan para la posible toma del partido a fin de evitar que el presidente del Consejo Estatal, Andrés Caballero Zerón, se auto proclame como el nuevo dirigente, vía la elección de sus propios aliados y consejeros.
Sin dar espacio al debate y mucho menos a la paridad de género, Caballero se hizo escuchar por enviados del CEN de Morena como el hidalguense Martín Sandoval, quien va en vías de eternizarse en cargos de operación política que poco o nada han servido al partido en el estado.
Los resultados hablan por sí solos, el haber obtenido una votación similar a Nueva Alianza o Encuentro Social -con el debido respeto- es un pésimo resultado para Morena en 2020 en Hidalgo, y sí esas cuentas son las cartas credenciales de Caballero y Martín Sandoval para crear una “nueva” dirigencia en Hidalgo, las posibilidades de volver a fracasar son demasiadas.
Ayer escribí sobre como le querían cerrar el paso a la diputada federal Simey Olvera para la dirigencia, siendo que es la más acreditada por los propios representantes del partido a nivel federal y estatal, y ahora surgen más nombres de mujeres con valor y oficio político a las que no quieren como presidentas del partido.
Una es la coordinadora de la bancada de Morena en el Congreso local, Lisset Marcelino Tovar, quien ha demostrado que puede con el partido y la agenda legislativa en el último año que les queda como diputados locales, pero con opción a reelección, por lo que puede ser una fórmula interesante. Al PRI, por ejemplo, le funcionó con la diputada María Luisa Pérez Persuquía, quien ha sabido coordinar el discurso desde el Congreso para mantener presente al tricolor hasta las épocas de elecciones. Algo le deberían de aprender. Si los actuales manejadores de Morena en Hidalgo siguen empecinados en seguir al frente y no hacerse a un lado luego del fracaso en las urnas, la situación no mejorará y las posibilidades en 2021, ya de entrada, son pocas o nulas.
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