Los conteos preliminares de la elección presidencial en México han dado como ganadora a Claudia Sheinbaum Pardo, en una jornada histórica de participación y que dejará no solo a la primera mujer en gobernar el país, sino en la estadística, la votación más copiosa de todas.
Con dicho respaldo, con el plan C en ciernes y a la vuelta de la esquina, con el presidente AMLO enviando mensajes de felicitación y mostrándose agradecido y satisfecho, resta cuestionarse sobre ¿qué hará la próxima presidenta con todo esto?
Más allá del plan C, que no es más que tener la mayoría en las cámaras legislativas para poder modificar las leyes sin ningún obstáculo de la oposición, conforme al plan del gobierno en turno, la realidad es que se llegará al segundo piso de la cuarta transformación con una aplastante conformación administrativa y política en estados, municipios y a nivel federal, que de no controlarse se pude desbocar.
Ese es el principal reto de la próxima presidenta de México: mantener el control de un enorme y vasto partido que ha ganado casi todas las elecciones. Y para ello es vital que cuente con la gente más leal y capacitada, que no termine dando la media vuelta al pasar el primer o segundo año de gobierno, como le ocurrió al presidente AMLO a inicios del sexenio.
Dicha lección se tuvo ya que haber aprendido y ante eso Claudia Sheinbaum debe estar preparada. Habrá muchos que quieran aprovechar la oportunidad del triunfo para colocarse cerca del primer círculo del poder y otros más que busquen hacer caer en los primeros errores a la nueva administración, tal y como sucedió de 2018 a 2020 en donde la guerra sucia se adentró en los pasillos de Palacio Nacional.
La virtual presidenta Sheinbaum tendrá que calcular más que el actual mandatario, cada uno de sus movimientos y decisiones; ya lo hizo como jefa de Gobierno en la Ciudad de México, pero desde el Poder Ejecutivo será completamente diferente.
Su relación con los gobernadores, tanto de Morena como de oposición, se tendrá que fortalecer; su interlocución con diputados federales y el Senado deberá de mantenerse tersa y sin tensión, y su imagen ante el pueblo estará tan o más fortalecida y protegida que la de AMLO con sus adversarios.
¿Qué país nos espera entonces con Claudia Sheinbaum?, una nación que camina con el motor de su población que mantiene la economía, que genera empleos, que produce y es base de todas la industrias, del turismo, de la educación, que aunque la critiquen y desdeñen, es la piedra angular de los mexicanos.
Nos espera un país igual o mejor que el de hace dos décadas o hace seis, porque el país lo hacemos los mexicanos, no los gobernantes. Eso quedó muy claro con la decisión en las urnas, ante el asombro de muchos que esperaban que la contienda fuera más cerrada.
¿Cómo conseguirá Claudia Sheinbaum consolidar el segundo piso de la transformación?, primero debe acreditar su plan con su equipo de trabajo, nombrando un gabinete entero, de gente probada y que sea impoluto ante la gente de afuera, que no sean golpeados todo el tiempo y que no tengan pasado oscuro.
Segundo, que pueda entender ahora desde Palacio Nacional, que las problemáticas del país siguen y se mantienen todos los días, la pobreza que lastima, la violencia que no distingue entre clases sociales, la falta de oportunidades que nos tienen atorados en una baja economía, los salarios que deben estar a la altura de la calidad de los mexicanos y así con todas y cada una de las asignaturas.
¿Qué es lo que más me preocupa?, que no ha quedado bien definido el tema de las reformas constitucionales al Poder Judicial. Un tema que de no llevarse de la manera adecuada puede marcar el inicio del sexenio de Claudia Sheinbaum y dar la impresión de que todo esto únicamente fue para dar el último clavo al ataúd de la Suprema Corte que sí, debe corregir muchos aspectos de imagen ante la sociedad que la siente lejana, pero no por eso perder su esencia de figura emblemática dentro del Estado de Derecho.