La detención del ex gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam dejó muda a toda la clase política, propios y extraños, e incluso a quienes en el pasado fueron sus cercanos colaboradores, que no se expresaron en redes sociales como sí lo hizo la dirigencia nacional del PRI.
En Hidalgo, el apellido Murillo representa a toda una generación de los políticos que han ocupado puestos públicos y de elección popular en los últimos 30 años, al menos.
Heredero de las glorias de la familia Rojo de Huichapan, con quien comenzó su consolidó su carrera, fue fundador de la camada de priistas duros que dominaron Hidalgo, Estado de México y la capital del país en la última etapa política del siglo pasado. Murillo estuvo sentado en el Monumento a la Revolución el día del discurso de Colosio; es el benefactor de su pueblo natal, Real del Monte, y protagonista de mitos y hazañas de la política local y nacional. Un hombre duro y temido por opositores durante varias décadas, que cedió el control de Hidalgo a Manuel Ángel Núñez, a Miguel Osorio, a Francisco Olvera, sus alumnos predilectos, e incluso, al gobernador Omar Fayad, quien fue el que lo trajo a Hidalgo a trabajar en su gabinete.
El verdadero jefe de jefes del Grupo Hidalgo es sin duda Jesús Murillo. Por eso su detención deja cabos sueltos y dudas sobre si habrá investigación también para quienes trabajaron en el sexenio de Enrique Peña Nieto. Hay que recordar que después de los mexiquenses, los más beneficiados en la gestión de Peña fueron los de Hidalgo. Sus estatus cambió, su forma de vida, su estilo de hacer política, su ropa, su patrimonio, y no es más lo que está a la vista de todo habitante de Pachuca y sus alrededores. Dudo que la caída de Murillo Karam sea el inicio de un efecto dominó para los demás integrantes del Grupo Hidalgo. Ya hay bastantes líneas de investigación con el tema Ayotzinapa, como para echarse encima más turbulencias en la FGR y el gobierno de AMLO.
@laloflu
