El estado de Hidalgo cierra un año de contrastes, de cambios políticos inéditos y de una severa crisis social producto de una economía inestable, y una falta de competitividad lastimosa para todos los sectores.
Un estado que desde hace tiempo ya debería estar entre los 10 primeros del país por el simple hecho de formar parte del la zona metropolitana del Valle de México, sin embargo, durante las tres últimas administraciones gubernamentales algo ha provocado la caída de planes y proyectos que parecían estar consolidados.
Al menos desde el gobierno de Manuel Ángel Núñez Soto, quien prometió bonanza y desarrollo económico con la llegada de un aeropuerto (finalmente sí llegó, del lado del Edomex, pero llegó), pasando por Miguel Ángel Osorio Chong que decía que Hidalgo era una potencia internacional (viajó a la India para traer empresas que hoy no se sabe nada de ellas), y luego Francisco Olvera Ruiz quien presumió que la entidad sería polo de desarrollo nacional y que incluso se pelearían los inversionistas por estar en Hidalgo.
La pasada administración con Omar Fayad Meneses, destacó por su captación de inversión privada y cifra de empleos, sin embargo, tampoco pudo consolidarse un proyecto de competitividad en el que la economía fuera sustentable y permaneciera para años posteriores.
Hoy, el estado enfrenta un nuevo reto, que es básicamente el de cada seis años: comenzar de ceros, desde abajo, sin nada heredado porque no vaya ser que se piense mal o que se diga que no hay un cambio verdadero.
Después de 90 años, el PRI dejó de ser gobierno en la entidad y con ello se perfila a tener una nueva generación de políticos, respaldados por la clase que ha predominado en las últimas décadas. Este año fue de amplios contrastes, pero también de oportunidades que se abren para Hidalgo; el cierre y los primeros 100 días de la administración de Julio Menchaca ha esperanzado a la población de los 84 municipios.
La principal demanda es: empleo, apoyos sociales, sacar al estado de la pobreza y la desigualdad; pero no solo elevarlo con dádivas monetarias que se evaporan con cada proceso electoral, sino mantener un mejor nivel de vida para las nuevas generaciones.
Un plan de desarrollo mejor elaborado, una política social de gran calado y un sistema político que no busque enriquecerse solamente a costa de los ciudadanos, donde los jóvenes de la nueva ola morenista terminen jubilándose a corta edad con negocios y propiedades, mientras los demás continúan en la lucha social o en la formación de cuadros que terminan en la nada.
Hidalgo vive momentos de cambio y deben tomarse como una nueva etapa en la que todos los involucrados deben ser responsables y dar la cara por la gente; el gobernador Julio Menchaca es el principal responsable de que las cosas marchen bien, pero su equipo, sus asesores, sus más cercanos, son cómplices de que el cambio sea una realidad o todo termine siendo igual y el próximo año solo recordemos, como los anteriores gobiernos, lo que pudo ser algo mejor para la entidad y sus habitantes.
Eduardo González