Los gobiernos municipales están cada vez más cerca de concluir sus periodos constitucionales y con ello se pone fin a la era de los ayuntamientos de cuatro años que comenzó con la reforma política que impulsó el entonces gobernador Miguel Ángel Osorio Chong en 2009-2010, antes de dejar el encargo.
En aquel entonces el argumento principal de Osorio Chong y su grupo de asesores políticos, que contaban –valga decirlo- con la sobrerrepresentación legislativa local y municipal, por lo que modificar la Constitución Política del estado no fue impedimento alguno, fue la presunta intención de homologar elecciones y no gastar teniendo votaciones para diversos cargos cada año.
Además, nadie se opuso a que los gobiernos municipales pasaran de tres a cuatro años, con un primer super periodo de casi cinco años para los ediles de 2012 a 2016, que garantizaba al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y al gobierno estatal plenitud de operación política y financiera.
Al final se aprobaron los periodos municipales de cuatro años y a más de una década comenzarán de nueva cuenta a partir de septiembre, los trienios en los 84 ayuntamientos, con la posibilidad todavía existente, de la reelección.
En la víspera del ocaso para los ediles salientes, el mejor consejo posible y espero que sus asesores y amigos todavía estén con ellos para comentárselos, es tratar de curar todas las heridas políticas posibles, abrirse al diálogo más que nunca y revisar con lupa y de ser posible con despachos externos de auditorías y contabilidad, todas las cuentas públicas de su gestión.
El encargo es pasajero, pero la reputación es permanente, y eso es uno de los pocos consejos que en su momento Miguel Osorio le dijo a sus colaboradores, pero al parecer nadie prestó oídos cuando en su momento el PRI era amo y rey de Hidalgo.