Las alianzas han sido una herramienta útil durante las elecciones en México, al grado de sumarse unos con otros sin importar proyectos ni ideologías, con el único propósito de obtener el triunfo en las urnas.
La experiencia nos ha mostrado que inmediatamente después de obtener el objetivo electoral, se disuelven los acuerdos e incluso se dan las rupturas.
Sin embargo, para este 2021 donde la justificación (casi un nuevo mandamiento) es “quitar a Morena el Congreso de la Unión”, se tienen desde la víspera ya una labor que luce complicada y no por la cantidad de votos a sumar, sino por la disposición y trabajo en lo que serán las campañas.
Digo lo anterior luego de que los primeros candidatos ya recibieron sus constancias para participar, que como viene siendo una costumbre son los del PRI, que por la coalición Va por Hidalgo, también son los candidatos del PAN, del PRD y hasta del PESH, aunque ellos no quieran.
Esto es, los panistas de la Huasteca que no son pocos, tendrán desde ya que sumarse e impulsar a Sayonara Vargas, lo mismo que los panistas y perredistas de Pachuca con Benjamín Rico Moreno.
Conocer su plataforma, las propuestas, usar sus logos e imágenes, compartir sus eventos en redes sociales o sus videos, por aquello del covid, y pues en una de esas hasta reunirse con ellos.
En Tepeapulco la cosa quizá sea distinta pues los perredistas del Altiplano siempre han sido más tricolores que los propios del PRI, y el PAN es casi inexistente en muchos municipios, por lo que no tendrán mayor conflicto en posicionar al ex edil de Zempoala, Héctor Meneses Arrieta.
Lo mismo del otro lado, los priistas de Ixmiquilpan y de Tula, de Tulancingo que tampoco son poquitos, tendrán que apoyar a los candidatos del PAN y PRD. Más que eso, ser leales y no traicionar a la hora de ir a votar.
¿Podrán con la encomienda?
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