La calificación aeroportuaria no entra en debate con el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, si es que las vías de conexión, el desarrollo urbano, la capacidad de movilidad y sobre todo la calidad de vida en las inmediaciones, es pésima o peor que eso.
Así ocurre con la carretera México-Pachuca, las obras de supuesta mejora y ampliación para acceder al AIFA y la vida diaria del corredor de la capital de Hidalgo a Tizayuca, y de Zumpango y Tecámac a la CdMx.
Quienes conocemos el recorrido de la única vía de acceso a la Ciudad de México desde Hidalgo, sabemos que no es mentira, o una campaña en contra del Presidente López Obrador o estar contrario a la 4T; es simple lógica y frustración al pasar 3 o 4 horas atascado en carretera sin poder hacer nada al respecto.
Y no es por la inauguración del AIFA este lunes 21 de marzo; la México-Pachuca es un caos desde hace 20 o 30 años; desde la salida de Indios Verdes hasta la llegada a Hidalgo. Una zona sobreexplotada, superpoblada, con cero desarrollo social y metropolitano, ciudades dormitorio urbanizadas al amparo de negocios inmobiliarios que únicamente venden vivienda, pero no prosperidad.
Ante eso, se debe medir el tema de la calidad del AIFA, que podrá tener las pistas más modernas, un boliche del Ejército, cines o hasta Starbucks, pero nunca será una zona de plusvalía ante el desorden que representa la peor región en materia de vivienda, servicios, seguridad, transporte y todos los adjetivos posibles que quiera ponerle, de todo el Valle de México.
Digamos que lo del AIFA fue como poner un aeropuerto entre Ecatepec y Tlalnepantla, sobre la vía López Portillo. A eso se enfrentarán diario miles de automovilistas, autobuses foráneos, de pasajeros, taxis, transporte de carga y las propias autoridades, pues de nada sirve que se haga un llamado de emergencia, si la policía tardará en llegar 1 o 2 horas después.
Eduardo González
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