Que varios integrantes de la clase política poblana agasajaron al canciller Marcelo Ebrard al salir del concurrido evento en favor de sus aspiraciones presidenciales, con una comida en el anexo de Casa Puebla, misma que fue organizada por el gobernador Sergio Céspedes. Entre los asistentes se encontraba Ignacio Mier, coordinador de los diputados federales de Morena y presidente de la Jucopo, a quien Ebrard le señaló como “mi amigo”. No faltaron los que en todo buscan un mensaje, o una señal que los oriente en este mar de dudas políticas y no morir ahogados. Lo único cierto es que esta corcholata, volverá en mayo a Puebla y entre otros puntos visitará Tecamachalco, tierra de los Mier.
Que los festejos para celebrar el 492 aniversario de la fundación de la ciudad de Puebla sirvió de pasarela política para que muchos y muchas hablaran cosas bonitas de la capital del estado, aunque en el quehacer diario, pareciera que se olvidan de las grandes necesidades y tareas pendientes que se tienen para que sus habitantes vivan dignamente. La clase política de todos los colores e ideologías también debería comprender que cuando se habla de Puebla como ciudad, no se centra sólo en el primer cuadro sino en sus 17 juntas auxiliares.
Que en el municipio de San Pedro Cholula todos se quejan de lo mismo: la cerrazón de la alcaldesa panista Paola Angón, quien evita el diálogo para crear consensos. Lo mismo ocurre con sus propios regidores, con los grupos sociales, con los medios regionales cuando solicitan una entrevista y qué decir del ciudadano a pie que la busca y hace antesala de horas sin resultados favorables. Pero ya hay quien dice que está preparándose para buscar la reelección en próximo año.
Que nunca faltan los vivillos que quieren sacar ventaja de la buena fe de las personas. Y es que recientemente la policía de Xicotepec de Juárez detectó que una pareja intenta vender supuestas barras de oro en calles de su centro histórico, dizque para cubrir una urgencia médica. Este tipo de situaciones ya se vieron en otras latitudes, por lo que vale la pena estar atento y correr la voz.