Que los diputados federales de Morena y los del bloque opositor iniciarán la madre de todas las batallas por la reforma eléctrica desde el sábado, cuando los morenistas, encabezados por Ignacio Mier, se concentren en el hotel Riazor, en las inmediaciones del Palacio de San Lázaro, con el propósito de afinar los últimos detalles del debate y pernoctar ahí para partir a primera hora del domingo hacia el recinto. Del lado de Va por México, la mayoría decidió dormir el sábado en sus oficinas, sobre todo porque Morena, el SME y otras organizaciones anunciaron mítines a las puertas del Congreso.
Que los que exhibieron falta de colmillo fueron los priistas, que no supieron ver las señales que emitía Carlos Miguel Aysa en torno a la reforma eléctrica: primero subió en su cuenta de Twitter que votaría en contra, pero estuvo ilocalizable para los dirigentes cuando fue convocado para la piyamada del lunes en San Lázaro, con el argumento de que “no consiguió vuelo”, si bien más tarde resultó que sí voló, pero “le dolía la cabeza”. El martes su padre, Carlos Aysa González, ex gobernador y propuesto a embajador, llamó al CEN y prometió que su hijo “votaría a favor”, pero ayer se alineó con Morena.
Que quien salió bien librado del pleito transfronterizo con Texas fue el gobernador de Nuevo León, Samuel García, por su intervención en la liberación del flujo de carga a cambio de detenciones de migrantes desde el estado, aunque falta que negocien soluciones sus homólogos de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca; de Coahuila, Miguel Riquelme, y de Chihuahua, Maru Campos, quienes tendrán que lidiar con el texano Greg Abbott.
Que mientras que esta semana decenas de trabajadores de la CNDH recibieron un formato de “declaración de no parentesco” para atacar el nepotismo, queda la duda de quién le pasará el papelito a Rosario Piedra Ibarra para que aclare si su secretario particular, Daniel Nájera Piedra, y el subdirector de área, Erick Piedra Méndez, son sus familiares o solo comparten azarosamente el mismo apellido.
