Que en ciertos círculos políticos de Coahuila la palabra austeridad suena tan exótica como un postre francés en la feria del pueblo. Y, por lo visto, entre algunos militantes de la 4T, aquello de “no mentir, no robar, no presumir” —bueno, ese último no está, pero debería—, no aplica. Caso ejemplar: Mari Lou Ontiveros, regidora morenista de Monclova, de quien se comenta que viste de Prada, presume reloj “carísimo de París” y pisa firme con tenis Fendi. La dama parece más cercana a las pasarelas de Milán que a las juntas de Cabildo. Lo de la austeridad republicana es, para ella, un concepto tan ajeno como el reguetón para Beethoven. Y alguien debería recordarle que, en cuestión de elegancia, a veces menos es más.
Que en el conteo de los políticos coahuilenses más activos —y mejor financiados— en redes sociales, los primeros lugares los disputan Luis Fernando Salazar y Cecilia Guadiana. Él, apuntando a la alcaldía de Torreón, y ella, soñando con la gubernatura. Ambos con aspiraciones tan públicas como sus “likes” pagados. Claro, hay otros que podrían arrebatarles el podio virtual sin meter tanto dinero, aunque desde la Ciudad de México insistan en mandar perfiles sindicales que, para la mayoría de los coahuilenses, son tan desconocidos como la receta original de la salsa búfalo. Coahuila tiene su propio ritmo, pero allá en el centro todavía no lo agarran.
Que, en asuntos más terrenales, al fin hubo humo blanco en la novela de la colonia Villa Florida, donde vecinos y autoridades municipales llegaron a un acuerdo sobre el nuevo carril en la calle Rodolfo González Treviño. El Colegio de Ingenieros Civiles hará un estudio técnico, casi sin intervención del director de Obras Públicas, Juan Adolfo von Bertrab —quien aquí nomás vio los toros desde la barrera—. Los trabajos seguirán en la parte que no levanta quejas, y los vecinos, de paso, también ajustaron cuentas con sus representantes. En la reunión no apareció “Hansi”, pero sí el secretario del Ayuntamiento, José Ganem, con instrucciones precisas del alcalde Román Alberto Cepeda. Lo bueno: hay confianza en que el estudio será realmente técnico… lo malo: todos sabemos que en política, lo técnico suele acabar siendo político.