Que el misterio de la auditoría al Simas Rural se ha vuelto más reservado que la fórmula del mole materno. Desde diciembre prometieron los resultados con bombo y platillo… y aquí estamos en julio, con las manos vacías y la mirada perdida. Mientras tanto, su gerente, Antonio Gutiérrez Jardón, asegura que él tampoco sabe nada, que no le han pasado ni un papelito. A este paso, parece que la información llegará en carreta y con escolta. O no llegará.
Que el único que se atrevió a soltar prenda, aunque fuera en versión corta, fue el Secretario de Gobierno, Óscar Pimentel. En su visita a La Laguna dijo, en tono de “ahí se las dejo de tarea”, que sí hay irregularidades, que faltan protocolos, que no hay procedimientos claros para compras e inversiones. Pero eso sí, nada de cifras, montos o nombres. Como quien dice: “Sí pasó algo, pero no les puedo decir qué.”
Que mientras la transparencia brilla por su ausencia, en Simas Rural ya no saben si llorar o contratar a Batman. Resulta que los robos en pozos y cárcamos están a la orden del día, y aunque hay veladores, son sindicalizados. Y pues no se les puede molestar mientras duermen plácidamente durante la jornada laboral. Ya mejor les ponen cuna y les cantan una de Cri-Cri.
Que ante estas travesuras, las pérdidas ya van entre los 40 mil y 100 mil pesos, por lo que el buen Toño Gutiérrez quiere sentarse a platicar con las autoridades de seguridad. La idea es que haya rondines, se pongan más atentos y hasta se investigue en qué tianguis o negocios terminan vendiendo lo que les roban. A este paso, igual terminan haciendo trueque por tamales. Perdón por el tono, pero ya es increíble lo que sucede ahí y no se sabe si llorar o reír.
Que el diputado Gerardo Aguado publicó recientemente una reflexión sobre los políticos estrafalarios que buscan el reflector a toda costa y el like en las redes sociales por encima de acuerdos. Y los acuerdos tampoco se respetan en la búsqueda de nuevas posiciones legislativas. Políticos sin substancia, sin cimientos, sin ideología y sin compromiso. Los llama los “influencers” de la grilla. Convendría revisar la productividad legislativa de los influencers.