Que en el Congreso de Jalisco votaron por subir el agua... aunque ni ellos se la creen. Con 21 votos a favor y 16 en contra, los diputados aprobaron el incremento a la tarifa del SIAPA, en medio de protestas de la oposición que cuestionó —no sin razón— el pésimo servicio, las fugas eternas y las obras inconclusas. Mientras tanto, en colonias como Oblatos, los vecinos siguen esperando que tapen zanjas abiertas desde febrero. Pero eso sí: el recibo llegó completito y sin descuento. Parece que en lugar de cobrar por agua potable, el SIAPA ya cobra por esperanza.
Que a Toluquilla no solo se la llevó el agua, sino también la paciencia. Tras las lluvias de esta semana, varias calles de esta colonia de Tlaquepaque permanecieron bajo el agua durante tres días sin que nadie del Ayuntamiento se asomara. Cuando por fin llegaron -con bombas, escobas y brigadas- ya era demasiado tarde: colchones arruinados, muebles inservibles, papeles flotando y un olor a abandono que ni el cloro tapa. El problema no es que llueva, dicen los vecinos, sino que cada año pasa lo mismo y cada año prometen lo mismo: arreglarlo. Pero por lo visto, también cada año se les olvida.
Que el Hospital Civil curará cuerpos… pero no puede curar su ciberseguridad. A tres días del hackeo que expuso información de más de 20 mil internos, residentes y preinternos, la Fiscalía de Jalisco apenas empieza a investigar “por dónde se metieron” los atacantes. Del lado del DIF Guadalajara, la cosa no es muy distinta: hay denuncia, pero no certeza de cuántos datos fueron vulnerados. Eso sí, el fiscal dice que van a colaborar estrechamente con las instituciones afectadas. Habrá que ver si esa colaboración llega antes de que los datos terminen rifados en alguna red delictiva. Mientras tanto, los afectados solo saben que su información anda rodando, y nadie les dice hasta dónde
Que en Zapopan ya no quieren narcocorridos, pero sí dejan que el agua se lleve las calles. El Ayuntamiento aprobó la prohibición de canciones que hagan apología del delito, mientras en las colonias los vecinos lidian con baches, obras eternas y basura que nadie recoge. La violencia sonora les preocupa más que la institucional.
