En la última semana fue evidente que Tamaulipas es el paso obligado para los migrantes centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos en busca de mejorar su condición de vida y lograr sus sueños, sobre todo para el bienestar de sus familias.
Desde Tampico hasta las ciudades fronterizas se observaron a migrantes de Haití, ya sea en grupos o solitarios, de todas las edades.
Hombres y mujeres, algunos con niños o bebés entre sus brazos o cargados sobre sus hombros, soportando todo.
Las imágenes fueron evidentes: están cansados pero sobre todo desesperados por dejar atrás su mala condición de vida y cruzar el río Bravo para llegar a Estados Unidos, pues tienen la esperanza de que ahí todo cambie.
Y una vez que la movilización fue más evidente, las autoridades locales y estatales alzaron la voz para pedir ayuda a la Federación porque no tienen recursos para atenderlos y señalan que es un problema que tiene que resolver.
La Federación por su parte, sólo escucha los reclamos que le hacen desde Tamaulipas, pero no manda la ayuda y tal parece que no quiere ver el problema que la migración ya ha generado en ciudades como Reynosa, donde una plaza pública se convirtió en una colonia, pues desde hace meses ahí acampan más de 2 mil 500 migrantes que están esperando que Estados Unidos les dé una visa humanitaria.
Nuevo Laredo está por las mismas, Matamoros es otro caso, que desde hace años vienen arrastrando esta situación y ahora con esta caravana de haitianos todo se agravará.
Ha sido la población la que se ha organizado y así llevado ayuda a los haitianos, que viajan ligeros para soportar el viaje.
Difícilmente Estados Unidos abrirá sus fronteras de un día para otro y permitirá el paso de migrantes de diversas nacionalidades que esperan cruzar la frontera, mientras eso sucede, esperan en Tamaulipas.
Así que, todo dependerá del apoyo que quiera enviar la Federación, del trabajo en equipo y dejar de echar culpas entre ambos gobiernos para que esto y todos los temas que están pendientes, salgan adelante.
