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El mexicano vivo que encabezó una revolución

Managua, Nicaragua.- Nuestro continente registró tres revoluciones el siglo pasado: la de México, Cuba y Nicaragua. En esta última participó como uno de los nueve dirigentes, el comandante Víctor Tirado López, el único mexicano vivo que sabe lo que es encabezar una revolución.

Durante mi búsqueda de Samuel Noyola visité a este veterano nicaragüense nacido en Sinaloa, quien formó parte de la comandancia sandinista.

Tirado participaba en la lucha guerrillera en México durante los setenta. En ese contexto conoció en la clandestinidad a sandinistas que buscaban apoyo en el país. Tirado se ofreció a combatir y tras un tiempo arribó a Managua antes del derrocamiento de la dictadura.

—¿Qué siente haber hecho una revolución en un país que no es el suyo?

—No, amigo, yo soy nicaragüense y soy mexicano, siempre soy lo mismo, siempre he tenido el aspecto de ser centroamericanista. Ahora, en ese tiempo pensábamos que íbamos a derrocar a Somoza, pero eso no era suficiente: ya estando en el poder, eso te hace más radical, porque es la organización de izquierda la que triunfa y además tiene fuerza en el país y en Centroamérica, por lo que debíamos sostenerla y mantenerla con mucho entusiasmo y profesión.

Y lo logramos, por eso después, incluso, cuando Guatemala es atacada, Nicaragua se metió a apoyarlos, cuando Honduras también, nosotros apoyamos el movimiento democrático hondureño, mantuvimos relaciones con todo Centroamérica y toda la zona se mantuvo firme.

Algo que hay que entender es que Centroamérica siempre ha sido una sola cosa, pese a los problemas y situaciones que impiden la unidad total, existe una identidad en común.

—¿Y qué significa en lo personal haber hecho una revolución?

—Cuando estábamos en la lucha en México, no había una victoria ni electoral, y por este lado me sentí muy bien, porque ya había una organización luchando con las armas contra la dictadura, incluso contra Estados Unidos —no abiertamente—, pero nuestro enemigo era ese imperialismo clásico. Eso fue muy importante para uno.

“Todos esos luchadores de los ochenta nos conocíamos y nos respetábamos, porque andábamos en la montaña”. Especial
“Todos esos luchadores de los ochenta nos conocíamos y nos respetábamos, porque andábamos en la montaña”. Especial

—¿En qué lugares trabajó usted por la Revolución?

—Veía mucho el campo. Matagalpa, por ejemplo, donde había muchos campesinos, que eran aplastados por el somozismo. Ahí hice mucha vida política.

—Había muchos otros mexicanos apoyando también, hasta donde entiendo…

—Había más mexicanos que nos apoyaban desde México que aquí.

—Pero también venían aquí a apoyar…

—No, no vinieron muchos. Había más que todo centroamericanos. Mexicanos no había muchos, pero sí muchos guatemaltecos, hondureños, salvadoreños…

—Un caso es el del poeta Samuel Noyola quien tenía 16 años cuando llegó a apoyar la revolución…

—Sí, pero esos entraban y salían, no se quedaban. Luego, desde su país, nos mandaban ayuda, más que nada económica. Por ejemplo, El subcomandante Marcos vino. Yo ni sabía que era Marcos, al tiempo me di cuenta que sí y que estuvo aquí, que tenía ese proyecto en México todo eso.

—¿Usted vio en persona a Marcos en esos años?

—Sí, pero yo no sabía que era Marcos. De entrada por salida nos saludamos en Matagalpa. No le decían Marcos, tenía otro nombre. Después me di cuenta que era él. Todo el mundo lo conocía en Centroamérica. Todos esos luchadores de los ochenta nos conocíamos y nos respetábamos: honrados, revolucionarios, que además no andaban en la ciudad, sino en la montaña…

—Muchos poetas también en la revolución…

—Como colaboradores sí, pero que hayan permanecido o dirigido la lucha no. Un texto o una canción de un poeta que era famoso, tenía una validez para nosotros que no te imaginas….

—Ernesto Cardenal, Beltrán Morales, Sergio Ramírez…

—Ellos eran escritores y poetas ya desde antes de que se numeraran al Frente sandinista, pero calidad que eran esos.

—¿Por qué tantos poetas?

—No sé, pero la historia de Nicaragua está hecha casi de poetas. Ve 1810, en la Independencia había también muchos poetas dirigiendo la lucha; después 1820 y 1920, viene a acumularse… una experiencia interesante.

—¿Y qué arma usaba usted en la lucha?

—M1 y M2, splifer y otras de cacería, pero eran buenas para la guerra. También usaba revolver.

—¿Cuántos combates recuerda?

—Me tocaron cuatro muy importantes. Primero tenías que combatir para que te creyeran, segundo, seguir adelante con la pelea, tercero, preparar varios combates. Preparé también varios, pero ya sin mi presencia.

—¿Qué tipo de combates eran?

—No eran combates eternos, eran de 10 minutos. Si usted los organizaba, sabía dónde pasaba el enemigo. Ya lo combatiste, él sabe que estás por ahí, por lo que se anda con cierta precaución y timidez.

El campesino nos dio todo el apoyo. Llegábamos a su casa en la noche, nos recibían, nos conocían, y no hubo muchos muertos.

—¿Usted mató enemigos?

—En combate nada más: para darle vida a la organización política y militar.

—¿Qué tan importantes son las armas en una revolución?

—Importantísimas, pero hay que saberlas manejar. ¿Para qué son? Para enfrentarse al enemigo.

—¿Y la poesía es importante en una revolución?

—La poesía es muy importante en este país, porque a través de ella se han manifestado varios factores económicos y políticos. Sin ayuda de los intelectuales, la revolución no hubiera sobrevivido.

—¿Cuáles son las características de un revolucionario?

—Pienso que de las primeras cualidades es la honradez, la honradez mental y  cultural, porque conocí a varios compañeros que se iban al otro lado, ya no comulgaban con las ideas que nos iniciamos. Nunca les dije nada. Se va el que quiere, lo que sí veíamos es que nuestras organizaciones se hacían más pequeñas, pero a medida que trabajabas, se iban metiendo personalidades, dirigentes y miembros muy importantes que llegaban para quedarse, porque esta organización tenía un proyecto.

—Perdón que insista con lo mexicano y nicaragüense: ¿Sandinista o Zapatista?

—Soy sandinista y zapatista... Sandino y Zapata lucharon siempre por el mismo ingrediente.


CONTINUARÁ…

Capítulo 12 de la serie periodística “Samuel Noyola: Retrato de un desconocido”.



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Diego Enrique Osorno
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