A pocos pasos de la sede del Festival Internacional de Cine de Morelia, donde se estrenaba Bardo, la nueva película de Alejandro González Iñárritu, los rostros de José A. García Apac, María Esther Aguilar, Ramón Ángeles Z. y Mauricio Estrada aparecieron pintados en una pared de la Plaza de la Paz: los cuatro periodistas desaparecieron entre 2006 y 2010 en diversos municipios de Michoacán, durante la llamada guerra del narco declarada por el ex presidente Felipe Calderón.
El reloj de la impunidad ha seguido transcurriendo hasta la fecha y sus casos han sido olvidados por autoridades, que en realidad hicieron poco en su momento por encontrarlos y, como siempre termina pasando en un país como el nuestro, familiares, abogados y colegas debieron realizar labores que le corresponderían al llamado Estado mexicano.
La develación del mural, creado por el solidario artista El Dante, es parte de un esfuerzo colectivo por dar a conocer esta problemática invisible de México, donde suman 27 los casos registrados de colegas desaparecidos, siendo ya el país con el mayor número de desapariciones de periodistas a nivel mundial.
A esta campaña de visibilidad se suma una denuncia formal que presentará la organización Propuesta Cívica con Reporteros Sin Fronteras, en contra del gobierno mexicano en el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra, por los casos de Mauricio y Ramón, tras documentar las violaciones graves que se han cometido contra ellos y sus familias.
Con Ramón ya pasaron 12 años de injusticia, mientras que con Mauricio suman 14. En ese tiempo el desfile de negligencia y encubrimiento ha sido preciso y sistemático: incluye a la fiscalía local de Michoacán, que comenzó ambas investigaciones y no hizo nada; después continuó la inacción con la Fiscalía General de la República.
Por este abandono institucional ha sido imposible encontrar a los periodistas e identificar a posibles autores materiales o intelectuales de los hechos, ante lo cual es necesario que como sociedad no olvidemos sus nombres ni sus rostros que hoy miran a los transeúntes de una calle moreliana exigiendo justicia.
Ojalá que el Comité de la ONU ayude a tratar de poner fin a la impunidad de estos crímenes contra quienes fueron desaparecidos por informar.