
Matamos a una persona en Medellín. Estamos seguros de que es Pablo Escobar… Pero hasta que no lo identifiquemos por sangre y exámenes de ese tipo, o sea, hasta que no haya la plena prueba, es mejor no decir nada.
Así recuerda el entonces presidente de Colombia, César Gaviria, el momento medular de la llamada telefónica que le hizo el ministro de Defensa, el 2 de diciembre de 1992, para informarle la caída final del capo.
Gaviria estaba delante de su hija de 8 años de edad, reflexionando sobre la forma en la que daría la noticia a la sociedad.
“Hice algo que no sé si sonará raro. Dije: ‘Tengo que decir que cumplimos un objetivo legítimo, pero no puedo decir que estoy muy alegre de que matamos a Escobar’. Yo no le podía transmitir eso a la gente, por lo que transmití serenidad y tranquilidad, diciendo: ‘Acabamos el episodio del señor Escobar. Ya no hay Cártel de Medellín. Y punto’”.
¿Qué tipo de pudor o discreción pasó por usted?
No fue un gran momento de alegría, pero me quité un peso gigantesco de encima. Yo sentía que iba a dejar un mal sabor de mi gobierno al dejar todavía vivo y libre a Escobar por ahí, después de lo que se había hecho.
Entonces sí me dio un alivio brutal. Se me quitó un gigantesco peso de encima. Más que un tema de alegría, era un tema del problema que me había quitado de encima.
Cayó Escobar, pero no se acabó el narcotráfico, e incluso ha crecido más al día de hoy. ¿Quizá debería cambiar la estrategia que se basa en cazar capos y llegar ya a una revisión estructural de las políticas antidrogas a nivel internacional?
Lo que es importante de la muerte de Escobar es que en Colombia ha sido muy importante la tarea de la fuerza pública como el Ejército, la Policía y el Bloque de Búsqueda, así como también la de la justicia. Nosotros tenemos una justicia que funciona y que es severa desde entonces. Eso nos ha ayudado mucho a enfrentar el narcotráfico. Aquí nadie está por encima de la ley.
Después aparecieron, digamos, gobernadores paramilitares, pero eso no era un tema de narcotráfico. Eso era un tema de violencia política pero en el aparato judicial de Colombia, las decisiones judiciales que tomamos fueron tan importantes como fueron las decisiones sobre el Bloque de Búsqueda y la parte militar y policial detrás de este operativo. Y eso ha tenido una enorme continuidad. Ningún presidente se salió de ahí. Bueno, Ernesto Samper tuvo unos problemas que ustedes conocen, sin embargo, en ese periodo la política no se cambió: la política siguió siendo esa.
…Aunque la Comisión Global de Drogas en la que usted participó impulsó en su momento una revisión de la legalización y una nueva política antidrogas…
A mí me llamó un día el presidente Henrique Cardoso, de Brasil. Me dice: ‘Oiga, Gaviria, es que yo quiero que hagamos un grupo para que le demos una vuelta a este problema de las drogas’. Yo me puse a pensar y respondí: ‘Oiga, presidente Cardoso, nosotros aquí no sabemos sino de la guerra, de combatir Escobar, de enfrentarnos a los cárteles…’.
¿Antes de esa llamada nunca había pensado en la legalización?
Yo no tenía la dimensión del consumo. Aquí en Colombia ya había pasado que la Corte Suprema había decidido desde 1994 que la dosis mínima iba y le dio un peso constitucional a ese derecho. Entonces, digamos que ese problema del consumo aquí en Colombia estaba muy bien manejado, porque ya tenía detrás esa decisión de la Corte Suprema.
Sin embargo, de lo que nosotros no sabíamos era de cómo hacer funcionar unas fuerzas especiales y ese aparataje que se montó, acabó con el secuestro en Colombia.
¿El secuestro?
¡Más de la mitad de los secuestros del mundo se daban en Colombia! Y eso desapareció. Ahora, ocasionalmente secuestran a alguien de no mucha importancia en lugares remotos, ajenos, pero ya nadie se mete a secuestrar a una persona en una ciudad ni nada. El aparataje judicial, policial y militar de Colombia acabó, los mató, los borró del mapa, dejaron de ser un tema importante en Colombia y eso es parte de esto mismo.
¿Qué papel tuvieron Los Pepes en este proceso de justicia?
Los Pepes eran todos los enemigos de Escobar. Y cuando digo todos los enemigos de Escobar, estoy hablando del Cártel de Cali y muchas autoridades de policía, porque la policía se involucró demasiado en eso, obviamente contra mi voluntad y contra mi decisión. En los papeles que ha desclasificado el Departamento de Estado de EU se dice con toda claridad que yo en un Consejo de Ministros dije de manera contundente: ‘Nadie de este gobierno puede ser parte de una cosa tan ilegal, tan, tan cruel. El que esté en eso, que se largue, que se vaya. Y si no, le va a caer todo el peso de la ley’. Eso quedó aunque todos los aliados y luego enemigos de Escobar terminaron metidos en Los Pepes, entonces prácticamente lo fueron rodeando y le fueron destruyendo cosas que él valoraba mucho de sus bienes, como la volada del edificio Mónaco, que era donde vivía su familia.
¿Había agentes o agencias americanas involucradas con Los Pepes?
Si algún norteamericano estuvo metido en Los Pepes, no te sé contestar. Ellos usan todos los medios y los usaban en este tipo de casos. Puede que sí, puede que no. En todo caso, eso no era patrocinado por mí, ni por el gobierno ni por el ministro ni por el comandante… Pero confluyeron todos estos enemigos de Escobar para hacer esta tarea y ahí sí había autoridades de policías y posiblemente del ejército.
Independientemente de Los Pepes, ¿qué papel jugó la CIA en esa época?
Mire, yo he aprendido a conocer mucho a los americanos en estos temas. No solo como presidente de Colombia. Como secretario de la OEA aprendí mucho cómo se movían. Digamos que fui un protagonista principalísimo en el tema de Vladimir Montesinos y de la relación de Montesinos con los americanos, así como de muchos otros asuntos.
El más conocido de mi periodo es el de Hugo Chávez en Venezuela, donde Chávez fue tumbado y se cometieron tantos errores que el mismo general que había tumbado a Chávez lo volvió a poner y todavía está por ahí, todavía tiene autoridad.
Pero se cometieron tantas torpezas y le quitaron la legitimidad a todos los gobernadores y a todos los alcaldes. Ahí me tocó ver cómo los americanos cometieron un error grandísimo en esos episodios, y es que salieron a respaldar el golpe de Estado que finalmente fracasó, pero que les quitó mucha autoridad política. Y pues nada, las cosas se dieron así. En Venezuela, como aquí en Colombia, los americanos se movieron de manera muy ambigua. Anoche, revisando los papeles de mi oficina, me encontré la carta que el embajador americano me mandó tres días después de tomar protesta como presidente, en la que felicitaban a Colombia y hablaban muy bien del general Maza, aunque en privado me habían dicho que ya no se entendían con ese señor, que no confiaban en él. Así se manejan ellos.
(CONTINUARÁ…)
Capítulo 5 de la serie periodística Pablo Escobar, según César Gaviria.
Diego Enrique Osorno