“Zango, zango, sabaré” como dice aquella canción mexicana, estimado lector y que, si seguimos en estricto sentido su letra, fandango implica jaleo, alboroto y hasta ambiente festivo, mientras que sabaré y zango significan reír y esconderse respectivamente, lo que nos lleva de deducir que la melodía se refiere a niños que están haciendo travesuras, se esconden y se la pasan bien.
Irónicamente justo como nuestros señores del huachicol en Hidalgo le andan haciendo, es decir, robando combustible, revendiéndolo, adulterándolo, generando una red de corrupción y obvio llenándose los bolsillos en dinero, cual, si fueran “travesuras” de adultos, hechas por supuesto al margen de la Ley.
Por ello el golpe dado a este gremio en días pasados, donde la Secretaría de Seguridad de Hidalgo les decomisó poco más de 34 mil litros de combustible proveniente de Tepeapulco, en un operativo en honor a la verdad bastante bien coordinado, represento un balde de agua fría para estos amantes de lo ajeno.
Sin embargo y pese a la buena acción de nuestra autoridades, que evidenciaron mano dura para atacar este mal ancestral, el robo de combustible aqueja no solo a nuestro Estado, sino a todo el país lo que representa según los últimos datos no oficiales casi 100 mil millones de pesos al año, una cantidad estratosférica si lo ve fríamente.
Lo triste quizá es que este problema involucra de acuerdo con los hallazgos no solo a “rateros” de bajo nivel, por el contrario, hay todo una estructura operativa bien organizada y donde sus cabecillas son en la mayoría de los casos, delincuentes de cuello blanco y peor aún servidores públicos de alto nivel.
No estoy diciendo que esto pase en nuestra entidad, pero si al menos en otras, ahí tiene el caso de Tamaulipas donde cuentan que además de funcionarios hay jueces y magistrados metidos en esas redes criminales, lo malo es que por exhibirlos en un medio de comunicación hermano a éste desde donde le escribo, ya empezaron a querer limitar nuestra libertad de expresión.
Y por otro lado tenemos al vecino del norte también exhibiendo a través de la DEA que hasta los cárteles de las drogas Jalisco Nueva Generación, de Sinaloa, el del Golfo y la Familia Michoacana, están robando y contrabandeando crudo mexicano para llevarlo a Estados Unidos y allá compañías americanas se los están comprando para refinarlo y luego venderlo, así como lo lee.
El fandango gasolinero parece empezar a querer parar, esperemos sea así.
