Luis María Alcalde, presidenta de Morena, fue puntual en su arenga ante el Consejo Nacional del partido.
Habló fuerte y claro, como se exige en los tiempos en que los demonios políticos andan sueltos, como bien advertía Shakespeare en medio de la traición y el poder desbordado.
Su discurso no fue sólo un llamado a la militancia; fue una corrección de rumbo.
Un recordatorio de la mística original: movimiento del pueblo para servir al pueblo. No más pactos de impunidad ni redes mafiosas operando desde el poder. No más protección a corruptos.
El compromiso es inquebrantable: combatir todo aquello que atente contra la confianza del pueblo.
Morena no es un partido cualquiera. Es la primera fuerza política del país, gobierna en 24 estados y tiene el reto histórico de consolidar un movimiento sin perder el alma popular ni ceder ante la arrogancia del poder.
De ahí la urgencia de organizarse desde abajo, desde lo local, desde las trincheras reales donde habita la ciudadanía: las colonias, los barrios, los ejidos, las rancherías.
El municipio debe reivindicarse como la célula viva del Estado.
La política no se ejerce en abstracto ni desde la torre de marfil de la tecnocracia: se gobierna a pie, con las botas sucias, caminando las calles, tocando puertas, escuchando.
Por ello, el Consejo Nacional de Morena ha aprobado un plan que, si se toma en serio, puede ser transformador.
Establece la obligación de destinar presupuesto anual a seis rubros fundamentales, destacando el drenaje, infraestructura hidráulica y el espacio público.
Pero también impone prácticas que humanizan la gestión: el Día del Pueblo para que los alcaldes reciban personalmente a la ciudadanía una vez por semana.
Otra medida clave: la capacitación obligatoria para presidentes municipales, síndicos y regidores en la Escuela Municipalista de Morena.
Porque hay quienes llegan al poder sin el más mínimo conocimiento de gestión pública, sin formación política ni vocación de servicio.
Hay que decirlo: muchos gobiernan con más suerte que talento, como aquel burro que tocó la flauta por casualidad. Hay que leer…
También se crea una comisión para filtrar con criterio ético la incorporación de figuras de otros partidos.
Morena no puede ser el basurero de los oportunistas ni el refugio de los que sólo cambian de camiseta para seguir mamando del erario. No más trasfuguismo sin decoro ni ideología.
Y se recupera algo fundamental: el Consejo Consultivo Nacional, con intelectuales, científicos, académicos y empresarios con trayectoria.
Morena necesita pensamiento estratégico, no solo propaganda. Necesita consulta, deliberación y crítica interna. Ya basta de monólogos verticales del tipo: “acá los que mandan y allá los que obedecen”.
Finalmente, la presidenta cerró su intervención con una advertencia juarista: el mal acecha y el retroceso está en los antipatrióticos.
Que la justicia se haga costumbre. Que la patria sea completamente libre.
La advertencia queda hecha. No hay lugar para la complacencia ni para los tibios. Quien no entienda el momento que se haga a un lado o se deje investigar.
Así debemos leer su mensaje. Los demonios del viejo régimen están al acecho y se visten de aliados. Por eso, más que nunca, Morena debe hablar, actuar y vivir… fuerte y claro.
@cuauhtecarmona