Se equivocaron quienes pensaron que la 4T encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador no buscaría reformas y cambios a nuestra constitución en el último tramo de su gobierno.
En la pasada entrega hice de manera resumida, una descripción histórica desde el México insurgente hasta nuestros días para concluir que cada etapa histórica tuvo cambios constitucionales de gran calado.
Los tiempos actuales no pueden ser la excepción.
Y fue en el marco del día de la constitución cuando AMLO presentó reformas sustanciales para consolidar la transformación. Reformas que han encontrado en una minoría rechazo e imposibilidad de aprobación.
Para la oposición y los adoradores del antiguo régimen son improcedentes y populistas.
Sin embargo el movimiento transformador tendrá dos tiempos legislativos para aprobar dichas reformas.
En el actual periodo o, en el próximo, lo que significa contar con la mayoría legislativa que cristalice el cambio de fondo donde el bienestar social de los que menos tienen quede consagrado en nuestro máximo marco normativo.
Además, de las reformas a los órganos autónomos y al infalible e intocable Poder Judicial de la Federación (PJF), donde algunos jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se oponen al poder soberano del pueblo, rechazan vivir en medianía y ser elegidos por el pueblo.
Se parecen a los curas ortodoxos en la iglesia Católica que siguen dando la misa (tridentinas), a espaldas del pueblo. Así de anacrónicos y cerrados.
Las nuevas reformas que contempla la 4T se encaminan al bienestar social, a reformar el sistema de pensiones, proteger a los pueblos indígenas y afrodescendientes, una trascendente reforma electoral, en suma garantizar bienestar y felicidad a los que menos tienen.
Reformas vanguardistas como la revocación al mandato sin simulaciones, becas a estudiantes de familias pobres en todos los niveles de escolaridad, atención médica universal gratuita y que los trabajadores y familias puedan ser dueños de sus viviendas y cambios a los órganos autónomos, vienen a cambiar la fisonomía de la Constitución del Siglo XX.
Marcar un nuevo cambio de fondo y forma que permita enterrar un pasado ignominioso, corrupto e insensible para ofrecer perdón y resarcir daños a los que menos tienen es el espíritu de los cambios que la oposición de manera ciega y desorientada rechaza.
Por último, vale la pena analizar bien las alianzas y acuerdos de Morena con los partidos aliados, principalmente con el PT ante el reto del cambio.
Para ello en el CEN de Morena encabezado por Mario Delgado deberá garantizar perfiles ganadores. Está en juego la consolidación transformadora.
Fuera los chantajes y presiones de grupos donde los ratas, entrelucidos y sátrapas en palabras de la Senadora morena Lucia Trasviña deben quedar fuera.
Celebremos la constitución con aplomo y aires de cambio.
@cuatecarmona