Durante años el gusano barrenador fue considerado una amenaza a la seguridad nacional de nuestro país, no era para menos, los efectos nocivos de esta plaga en el ganado, perros, cerdos, caballos e incluso, en algunos casos, en humanos.
México se mantuvo libre de esta plaga desde 1994 hasta 2024, sin embargo, se debe tener en cuenta en todo momento que para llegar a declarar la erradicación de esta plaga se realizó un esfuerzo de treinta años de trabajo e inversión pública en conjunto con Estados Unidos.
A la lejanía puede parecer una empresa sencilla de realizar, la realidad nos dice que este tipo de esfuerzos tienen que mantenerse a lo largo de los años posteriores a la declaración de la erradicación de una plaga o enfermedad, no basta con llegar al punto de erradicación y dejar de trabajar.
Una de las principales causas que se señalan como probables para la reaparición de esta plaga en nuestro país, es el contrabando de ganado contaminado proveniente de Centro América.
Es importante señalar que también se ha tenido una disminución en el presupuesto para combatir esta plaga en los últimos años, esto con el pretexto de destinar mayores recursos a los programas sociales.
Lo he dicho ya en varias ocasiones en esta columna: no estoy en contra de los programas sociales cuando su uso no sea con fines electorales y cuando constituyan una verdadera solución a los problemas de las personas a las que van dirigidos, es de decir, que sean programas que realmente ayuden a las personas a salir de la pobreza.
En este sentido, nada justifica quitar recursos a la vigilancia y contención de esta plaga, máxime si se considera que los mayormente afectados serán los campesinos, ganaderos y todos aquellos que participen en la cadena de valor de la producción de ganado y todos sus productos.
Los efectos económicos de esta falta de acción en la contención del gusano barrenador ya los empezamos a sentir con el cierre de Estados Unidos al paso del ganado mexicano.
Este tema nos trae también a la mente la necesidad de cuidar nuestras fronteras, las cuales no deben seguir siendo un territorio sin ley y por las que, prácticamente, pasan todos los días mercancías y seres humanos sin control alguno.
De igual manera, este tema nos invita a pensar en otros tantos programas que se han visto disminuido su presupuesto por supuestos motivos de austeridad.
Por ejemplo, se puede mencionar el programa nacional de vacunación, el cual también se ha visto afectado y que ya presenta problemas como el brote de sarampión que se ha dado en otros estados o el de tosferina, cuestión que ha puesto en peligro a toda una generación de mexicanos que han quedado expuestos a enfermedades ya erradicadas del país.
Pasamos de ser el país con el mejor esquema de vacunación y libre del gusano barrenador a un país en problemas por una supuesta austeridad, tenemos que exigir al gobierno federal que atienda las verdaderas prioridades de los mexicanos.