Tomás Yarrington salió de prisión y la noticia inyectó nostalgia a buena parte del priismo tamaulipeco, ese que se la jugó con él cuando el tricolor era invencible y que hoy está cerca de presenciar la extinción del partido.
Al margen de su expediente judicial y las deudas que haya contraído con la justicia, el matamorense sigue generando polémica porque, es uno de esos políticos que se hacían odiar o querer, pero nunca pasar desapercibido.
En su sexenio, tuvo una relación muy especial con Tampico. Venía al sur a cada rato y Gilda Appedole (QEPD) lo convenció de que la ciudad necesitaba un teatro.
Con el entonces alcalde priista Pepe Rábago inició la construcción del Espacio Cultural Metropolitano, y con el panista Arturo Elizondo comenzó el proyecto turístico del Canal de la Cortadura.
De Yarrington, quien gobernó de 1999 a 2004, se decía que era muy inteligente y un excelente orador. De origen humilde, alumno modelo, estudió Economía becado por el Tec de Monterrey y Derecho en la UANL.
Quería ser Presidente de la República. “México te quiero… con una nueva historia”, decía en sus spots.
Yarrington cimbró al PRI tamaulipeco cuando se le relacionó con grupos criminales. Se dijo, en aquel tiempo, que facilitó sus operaciones. En México, un juez federal le giró orden de aprehensión y desde 2012 era buscado en 190 países.
El Departamento de Justicia de EU presentó dos demandas ante Cortes federales para decomisarle propiedades adquiridas en Texas por prestanombres, con recursos de origen ilícito. Después vinieron más cargos.
El PRI nacional, entonces dirigido por Pedro Joaquín Coldwell, se deslindó de él y le retiraron sus derechos como militante. Enrique Peña Nieto, siendo candidato presidencial, pidió a Tomás enfrentar las acusaciones.
El PRI estatal también se desmarcó. “El señor Yarrington debe afrontar su responsabilidad individual ante la justicia del país que lo acusa”, soltó un comunicado.
Cuando era gobernador presumía ser compadre del ex presidente de EU George W. Bush. Estuvo varios años prófugo y la PGR ofrecía recompensa por él.
Se recuerda su frase “el que la hace, la paga”. Su detención en 2017 vino a recordar que el poder no es para siempre.