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Toni

  • Perfil de mujeres
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  • Coral Aguirre

La raza ha sido un criterio constante de diferenciación, lo mismo que la riqueza, la clase y el sexo, tres categorías determinadas por el poder y la necesidad de control.

Toni Morrison

Toni Morrison (1931-2019) se enfrentó a tres obstáculos enormes antes de ganar el Premio Nobel de Literatura en 1993. Tres obstáculos como si fueran tres vidas, tres muertes, y no obstante tan propios de la mitad de la población mundial: ser mujer, ser negra y pertenecer a la clase trabajadora; esa clase sin prebendas, sin barrios bonitos ni escuelas privadas, sin padres oportunos, es decir, influyentes. Sin embargo, su educación fue de las mejores, puesto que se obstinó en graduarse en estudios superiores y de inmediato comenzó su tarea como catedrática de literatura inglesa.

Me pregunto cómo vivió tantos desafíos, puesto que en la década de los sesenta todavía la población negra no votaba y tampoco se le aceptaba normalmente en puestos de trabajos de carácter público; su presencia era mal vista por los blancos.

Aunque como mujer no fue tan fuerte la opresión a causa de la actitud liberal de las políticas de género en EEUU, vale decir, hubo cierta largueza por parte de la sociedad americana que no hemos vivido las latinoamericanas, su condición racial predominaba para hacer difícil su andar social y político.

Así Toni Morrison se me vuelve paradigma de un estado de cosas que se llama racismo y que se multiplica hoy en día al paso de las caravanas de migrantes, donde ser el otro en cada país por el que se circula, adquiere ese dejo de malnacidos, delincuentes, minorías, desclasados. Ella por su parte recibe los beneficios, a partir de 1965, de la Ley de Derecho al Voto para su raza, cuya aplicación prohibió todo ejercicio discriminatorio. Lo que no evita que hoy mismo allí en su tierra, videos y noticias nos dejan ver, como ella misma lo hubo de ver a lo largo de su vida, policías apaleando, asfixiando y disparando a persona negras por infracciones insignificantes.

Por todo ello en mi fuero interno, al enterarme de su muerte, exclamé espontáneamente; “¡Se murió de espanto!”. Dos días antes, un muchacho de 21 años de rostro aniñado, Patrick Crusius, había entrado en un supermercado con la consigna que conmocionó a nuestro país: “Mi objetivo era matar tantos mexicanos como fuera posible”.

Durante el siglo XX, hasta 1950, del otro lado del Río Bravo fueron linchados por la población blanca alrededor de cuatro mil negros. La impronta de semejantes actos debe haber quedado en el organismo niño, adolescente y joven de Toni.

Sin embargo, lo que decide Morrison para su escritura no es maniqueo ni binarista. No se trata de diseñar buenos y malos, tampoco trazar una línea insalvable entre blancos y negros. Su reflexión es profundamente humanista, no intenta doblegar a nadie ni hacer de ella un sermón. Y la ejerce desde las vidas pequeñas y particulares de las barriadas negras, de los vecindarios donde se mezcla la vida de unos y otros. Su mirada es la de quien ha visto y ha observado a través de sus propias experiencias el devenir de hombres y mujeres. Sus años como hija de un obrero, luego su condición de madre soltera. Ir de ida y vuelta a su casa en el Metro o en el autobús, observar el flujo humano y revelarlo desde sus primeras novelas. Por ejemplo, Ojos Azules, la primerísima, escrita mientras era editora de Random House.

Cada una de sus obras desde esta primera, reflexiona sobre la nostalgia de no ser blanca, la condición del esclavo, los diferentes racismos en las diversas clases sociales, las historias del pasado resonando en el jazz, en las fábulas y en los mitos de su raza. Con formas fragmentadas sumamente modernas, pero no inventadas por ella, seduce al lector. Recuerdo muy bien mi primer contacto con su obra en el marco de unas vacaciones en Mazatlán donde pasé los días al borde del mar leyendo La canción de Salomón, deslumbrada por el modo de trazar sus personajes y los vínculos entre ellos; con ese Macon Muerto que viaja a lo largo de tres generaciones en busca de su redención, esto es, ser blanco de alguna manera.

Tengo frente a mí su hermoso ensayo iluminador escrito después del triunfo de Donald Trump: El origen de los otros, donde tan rotunda como siempre señala que todos los grupos de la Tierra con o sin poder han recurrido permanentemente a atacar a los otros grupos con diatribas del género “no son humanos” o en todo caso “son menos humanos”, tratando de imponer de ese modo sus creencias por encima de la identidad del otro.

Las identidades siempre están en formación por el flujo de las trashumancias, por la ley consuetudinaria de olvidar de a poco sus acervos para también de a poco aprender los del nuevo país e identificarse con él, señala. Así los negros, así Toni Morrison misma, quien, afroamericana con todo lo que ello significa, nos deja un legado literario y ensayístico con el cual sin duda, podemos aprender a ser mejores humanos. 


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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