“Chuy, ¡qué pasa con la gente!”, me comenta un empresario que quiere reestructurar su organización. Y continúa: “Cuando les pido cuentas o hago recomendaciones, se ofenden y ya se quieren ir de la empresa, ¡dónde quedó el compromiso!”
Quizá hayas escuchado el tema de la renuncia silenciosa, y si no, te lo explico muy en breve: es cuando el personal hace lo mínimo de su trabajo para no ser despedido; o sea, sí trabajan, pero no dan un plus, no se esfuerzan, no se ponen la camiseta… se mantienen dentro de los límites de lo “meramente indispensable” según su puesto.
¿Por qué pasa esto? Bueno, son muchos factores, pero fundamentalmente ocurre cuando los procesos internos ya no hacen match con el entorno, la organización no ha sido ágil en su actualización, por lo tanto, no se logran obtener resultados requeridos; la gente sigue siendo exhortada a conseguirlos, pero hacen lo mismo de antes. Entonces, se desmotiva y deja de esforzarse porque ve que la empresa tampoco se lo hace.
Para romper esta situación, es vital actualizar y renovar los pilares organizacionales (algo de eso te conté en mi participación anterior, vuelve a leerla), y transformar a tu capital humano en lo que hoy se conoce como talento ALEC, que es una versión actualizada de personal que hace énfasis en competencias muy ad hoc a los tiempos pospandemia: Accountability (responsable), Learnability (aprendizaje), Engageability (compromiso) y Confiability (confiabilidad).
Entonces, antes de pasar la guadaña por la nómina, reconoce el entorno, reestructura los perfiles de tu personal clave, diseña nuevas rutas de capacitación, comunicación y, sobre todo, motivación, para que el personal desarrolle estas aptitudes y se enganche con un plan de crecimiento, misión y visión organizacionales. Formación es la clave. Éxito.
