“No se puede resolver un problema pensando de la misma manera en que se pensaba cuando se lo creó.” Albert Einstein
Afortunadamente, vuelven las sesiones de capacitación presenciales, y en una reciente relacionada con herramientas y estrategias de innovación, uno de los participantes preguntó sobre cómo podía mantener el control de las ideas durante cierta dinámica. Le miré con desconcierto y le respondí “¿por qué quiere controlar un proceso que está pensado para -justamente- perder el control?”
Entiendo la inquietud, y es que parte de las responsabilidades de los puestos es minimizar el grado de incertidumbre para operar en entornos claros y seguros. El tema hoy es que se ha vuelto complejo hacer predicciones porque las reglas del juego cambian un día sí y otro también.
Por ello creo que destinar recursos a fomentar el pensamiento divergente es una apuesta sobre seguro. Saliendo de la zona de confort, o de estructuras rígidas, es más probable encontrar soluciones atípicas pero válidas.
Cito de nuevo a Einstein: “Se puede encontrar una respuesta a una pregunta difícil, al hacer una pausa para morder una manzana.” Las metodologías para promover el pensamiento lateral tienen la finalidad de cuestionar la rigidez mental y que el participante (que suele considerarse a sí mismo como poco o nada creativo) descubra que sí es capaz de generar propuestas interesantes.
Acertijos, analogías, invertir o dividir el problema, cambiar la idea dominante, son algunos ejercicios que, usándose recurrentemente, podrán ayudar a tu gente a ser más abiertos a ideas poco o nada convencionales.
Frase que suelo usar es este tipo de cursos: Creatividad es un subproducto amable del caos. Propicia dinámicas con tus equipos clave y verás que a poco tendrás rutas de trabajo harto interesantes. ¿Platicamos?