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Narrativas de Poder

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  • César Romero

Si es cierro que las redes de comunicación más poderosas son las religiones, entonces estamos ante el nacimiento de una nueva liturgia del "nacional-cristianismo" y el señor Donal Trump se auto propone como su predicador estrella.

Nada más alejado del pensamiento y la doctrina de Jesucristo, pero eso a nadie le importa. En la construcción de los símbolos de la nueva era, el asesinato de un activista de derechas es la oportunidad ideal para atiborrar un estadio de 100 mil personas y prometer venganza. Da lo mismo que la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas sea la máxima institución del multilateralismo, hasta ahí llega la voz del aprendiz de tirano: "Your countries are going to hell".

Hasta aquí hemos llegado. En ocasión de la 80 sesión anual de la ONU, el presidente de Estados Unidos se acercó como pocas veces a una clara exaltación del supremacismo blanco. Acusó a los países europeos de destruir sus legados al permitir la inmigración y negarse a cerrar sus fronteras a personas y productos del resto del mundo.

Arremetió también contra prácticamente todos los demás países (salvo El Salvador), por rechazar sus políticas populistas y de proteccionismo económico. Ofreció que la Casa Blanca se seguirá arrogando el derecho de ser juez, jurado y verdugo de quiénes él considere sospechosos de ser narcoterroristas: "we will blow you out of existence". Y, además, ofreció incrementar la producción de armas biológicas.

Además, acusó a los ambientalistas de querer "matar a todas las vacas" y aseguró que la idea misma de que el planeta padece un cambio climático es "el más grande fraude", producto del pensamiento "de personas estúpidas".

Y el colmo, nada de todo lo anterior es lo peor. A pesar de un comportamiento más errático que de costumbre --arremetió contra unas escaleras de la vetusta sede de la ONU y un teleprompter que no funcionaba a su gusto--, el presidente de Estados Unidos logró mantener el control de la narrativa mediática internacional, con nuevas declaraciones erráticas sobre la invasión militar de Rusia contra Ucrania.

El hecho es que vivimos en un momento histórico que recompensa la sinrazón. Si inventar que un puñado de inmigrantes haitianos se comían a las mascotas de la gente buena de Ohio le sirvió para ganar la presidencia de la primer potencia económica y militar del planeta, difícil imaginar el daño que podría provocar en los tres años y tres meses que le faltan.

Hemos llegado a un punto en el que la agenda mediática se ha convertido en una especie de caja de resonancia de los estallidos, delirios y estruendos más increíbles. Atrapados en una bóveda de ruido incoherente y casi siempre banal, ya nadie se sorprende de ver al emperador desfilando desnudo alrededor del mundo.

Y por supuesto que no se trata de solamente un personaje. Es la misma lógica de quienes detentan el poder en diversas partes del planeta. Sean los liderazgos populistas que pretenden ser aclamados por cada la salida del sol, hasta los tecnócratas tradicionales que nos reducen a simples estadísticas.

Si la política también forma parte de la gran industria del entretenimiento, entonces el señor Trump es el personaje perfecto. En tanto, fuera de reflectores y en otras pistas, los grandes factores de poder avanzan hacia una economía global partida en dos mitades; rumbo a la consolidación de una pequeñísima élite que lo tiene todo, y una inmensa mayoría que todo lo desea.

Todo indica que vamos hacia un sistema en el que la realidad virtual (en todos los sentidos de la expresión), las nuevas tecnologías y las razones del gran capital nos marcarán el camino que más les convenga.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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