A ver: un grupo de mexicanos se manifiesta frente a la Embajada de Estados Unidos contra -por ejemplo- el muro de Trump, el cierre de la frontera, la deportación de paisanos (o por lo que tú gustes) y de la representación diplomática salen unos “güeros” encanijados a aventar y golpear a los quejosos y se arma un zafarrancho.
¿Cuándo ha pasado eso? Nunca. ¿Cómo reaccionarían los distintos sectores políticos si ocurriera? Exigiendo respeto a nuestra soberanía y hasta -lo han hecho muchas veces- demandando que se larguen a su país (desde el “green go home” hasta nuestros días).
Y si los que salieran a agredir fueran de la Embajada de España ya les estaríamos dando metralla -lenta pero metralla- desde la Mañanera, y con cartitas del canciller Marcelo Epistolard y con agresivos videos sensacionalistas de los youtubers cuatroteros, cuando menos, si no hasta convocando a tumbar monumentos que recuerden la Conquista y el Virreinato (¿o no?).
De la Embajada de la que sí salieron a agredir a mexicanos que se manifestaban pacíficamente fue de la de Cuba. ¿Y qué hizo la Policía capitalina? Nada. ¿Qué reclamo hizo el canciller, cuántas cartitas mandó a la Isla exigiendo respeto?
Lo ocurrido en la Embajada cubana en la Ciudad de México es tan grave como lo que ocurre en la isla o peor: represión del régimen cubano contra extranjeros ¡fuera de Cuba! No recuerdo a ninguna representación diplomática beligerante en la historia reciente de México y mucho menos que quienes supuestamente nos representan callaran como momias ante una flagrante agresión a mexicanos ¡en suelo mexicano!
¿En qué clase de manos tibias estamos que toleramos que nos peguen en nuestra casa y no hagamos nada? No es porque hayan sido cubanos, gringos o españoles, sino porque fue contra mexicanos en México. Solo por eso.
Si quienes ocupan Palacio Nacional y la Cancillería no defienden siquiera a los mexicanos -no digamos migrantes en la Unión Americana- que fueron agredidos por extranjeros a unas cuantas calles de sus oficinas palaciegas, no hay razón válida para reconocerlos como nuestros representantes.
Al tolerarlo evidencian que tienen un compromiso mayor -quizá inconfesable- con el régimen cubano.
Celso Mariño
