Todos los medicamentos que conozco tienen contraindicaciones. Algunos no deben tomarse en ayunas, cuando se consume otra familia de fármacos o no deben combinarse con bebidas alcohólicas (la recomendación más conocida y odiada a la vez por los adultos, ¿a poco no?).
Las contraindicaciones son muy importantes, todos lo sabemos: si no se atienden podemos obtener un resultado más adverso que el padecimiento original, lo que me motivó acudir a consulta. Así, pueden brotar alergias, complicaciones, nuevos síntomas, agravamiento del padecimiento y en ocasiones hasta la muerte.
Al igual que los fármacos de patente los responsables de la estrategia sanitaria contra la covid-19 en México tienen -y siempre han tenido- contraindicaciones que no leímos a tiempo.
Vayamos a las “letras chiquitas”. Los antecedentes del responsable operativo de atender la pandemia estaban un poco soterrados, escondidos, pero eran muy conocidos en el mundo del sector Salud.
Hugo López-Gatell Ramírez formó parte del equipo inicial de funcionarios de Salud que tuvo que enfrentar la epidemia de influenza AH1N1 que surgió en México en 2009, pero fue aislado por sus resultados.
Ahora el Presidente nos recetó a Gatell como responsable del tratamiento, pero sin considerar que entre sus contraindicaciones estaba la atención de epidemias. Que si bien podría servir para lo que sirve un burócrata de bata blanca, no sirve para la salud pública real, no la de papel.
Las reacciones secundarias del pésimo manejo de la epidemia no pueden ser más contundentes: además de que seguimos entre los primeros cuatro países del mundo con mayor mortalidad, la tercera ola de la covid-19 nos toma con más de 15 millones de vacunas sin aplicar, cifra que se ha venido acumulando desde febrero 27 cuando contabilicé 1.4 millones de dosis sin aplicar.
El problema ahora es que aún hay quienes apoyan “la receta” pese a que –está visto- no ha funcionado, no funciona ni funcionará: los contagios se están disparando, los hospitales llenando y las muertes acumulando cada vez más sin que se cambie la estrategia ni al operador.
No leímos a tiempo las contraindicaciones, ahora urge un antídoto… y en Palacio no hay quién quiera aplicarlo.
Celso Mariño