Con señalamientos de ser colaborador y beneficiario de capos como Joaquín “El Chapo” Guzmán e Ismael “El Mayo” Zambada, la estrella del entonces Secretario de Seguridad Pública federal Genaro García Luna comenzó a perder brillo.
En 2006, García Luna era el súper policía de México y con expectativas políticas en ascenso; para 2010 la periodista Anabel Hernández con su libro “Los Señores del Narco” le puso el cascabel.
La debacle comenzó.
Inicialmente buscó controlar los daños, pero le sucedieron investigaciones periodísticas en el mismo sentido.
Nadie esperaría que el robocop mexicano fuera un santo, pero en 2012 Édgar Valdez “La Barbie” lo hundió al señalarlo de recibir dinero del narco.
Al final del sexenio de Calderón García Luna salió del presupuesto, pero no de la mira policial.
Como era de esperarse, el 10 de diciembre de 2019 se oficializó su detención en territorio estadounidense señalado de conspiración y vínculos con el narco.
Ahora era acusado por el gobierno con el que más colaboró. ¿Cuál fue su pecado?
Muchas son las hipótesis, pero parece indudable que en el camino se habría vuelto agente doble sin reportar todo al otro lado de la frontera.
Además, era imposible que sus aliados del norte no supieran sus pasos solo que en su momento era más útil tenerlo cercano que fuera del equipo.
Razones para “indultar” a García Luna los tendrá la DEA, más que Felipe Calderón.
En su juicio, su silencio evidencia que espera la benevolencia de la justicia gringa a cambio de no revelar lo que sabe.
Nadie más que las autoridades estadounidenses saben que García Luna no actuó solo, sino como una ficha más de su red de informantes y operadores.
Así, no es descabellado que su sentencia sea inversamente proporcional al tamaño de su silencio y lealtad.
PD. Este fin de semana se cumple un aniversario muy importante (para mí, pues). Hace 32 años me apasionaba mi Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, y justo en ese mayo, en estas mismas fechas, a la par iniciaba mi vida profesional. Muy agradecido y felicidades LCC.