Acabó la luna de miel. A seis días de las marchas en defensa del Instituto Nacional Electoral, Andrés Manuel López Obrador sigue supurando rencor y lo seguirá haciendo hasta el 27 de noviembre, cuando menos.
El estado emocional del inquilino de Palacio Nacional ha salido de su punto de tranquilidad y parsimonia al haberse topado con una verdad que no creía hasta el domingo pasado.
Se calló su voz. López creyó que bastaría con descalificar a la marcha para que fuera un fracaso. El insultar duramente durante varios días a los organizadores y a los posibles asistentes no logró su cometido, sino que intensificó la necesidad de miles de mexicanos de hacer escuchar su voz al unísono de “Así no, presidente”.
Se cayó el mito. No solo la cantidad de asistentes a la marcha en la Ciudad de México sino la cantidad de marchas a lo largo y ancho del país (más de 60 según reportes periodísticos) y en varias ciudades del extranjero derribaron el mito de que el único movimiento social nacional es López Obrador. Adiós con eso.
Se calló la polarización. En las multitudinarias marchas del 13 de noviembre pasado no existieron confrontaciones entre ricos y pobres, entre morenos y blanquitos, entre empresarios y trabajadores, entre ambulantes y magnates ni de mexicanos contra ciudadanos, contrario a lo que ha venido atizando López Obrador desde hace casi 20 años.
Se cayó el casillero partidista. En las marchas en defensa del INE se unieron muchas expresiones políticas libres y personajes de la vida pública nacional sin importar sus intereses de grupo o de partido.
Se cayó el “pueblo malo”. Miles o millones de mexicanos le demostraron que no es un grupo pequeño de mafiosos y malosos el que se opone a sus ocurrencias, sino una ciudadanía grande, extendida y emergente que superó no solo a los detractores tradicionales de López Obrador, sino incluso al Estado.
Eso es lo que no ha podido superar el ego presidencial que en menos de 24 horas convocó a sus huestes a un acarreo “de la sobadita” para el día 27, alargando el éxito de las marchas del día 13 y provocando un daño mayor a su proyecto al favorecer -indirecta e involuntariamente- a la emergente ciudadanía contestataria.
Celso MariñoTwitter: @Celso_Marino1
