Ayer observaba un árbol de durazno -rebosante de flores y hojas- y por un tiempo disfruté de su brillante color y el aroma de la floración; mi mirada estaba atrapada, respiré profundo y con una sensación de paz reflexionaba que la vida es como un árbol. En diferentes etapas de nuestra existencia tenemos que sembrar la semilla de nuevos ciclos, de nuevas etapas, de nuevos proyectos, metas y propósitos, y esperar las estaciones necesarias para florecer.
Así como la semilla necesita del agua para brotar, los nuevos comienzos necesitan de un riego constante de actitud, de entusiasmo, de pasión y entrega, pues es en el arranque cuando abrimos con fuerza y mostramos el aplomo necesario para que los vientos fuertes o la adversidad no detengan o limiten nuestro crecimiento.
La plántula necesita de un buen sustrato y nosotros necesitamos de las mejores condiciones para desarrollar nuestro máximo potencial. Es preciso practicar valores, querernos y cuidar nuestro cuerpo con una buena alimentación, con actividad física contante y con un descanso adecuado; fortalecer nuestra salud mental y emocional pasando tiempo con las personas que más queremos; pero, sobre todo, mantenernos positivos y de buen humor, porque los tiempos malos, como la temporada de sequía, son pasajeros y nos ayudan a ser más fuertes.
En todos los aspectos de nuestras vidas tenemos que ser pacientes, tenemos que aprender a conocernos y reconocernos, porque todo lleva su proceso y aprendizaje, a veces se fortalecerá nuestra raíz y otras veces veremos un gran crecimiento exterior que nos lleva al punto clímax de floración y próxima avenida de frutos.
Para florecer con color y brillo, es necesario un esfuerzo previo que demanda salir de la zona de confort, de conseguir todo aquello que queremos o nos proponemos con el hacer -que tiene mucha distancia del querer-. Intentémoslo una y otra vez hasta que resulte, es normal y necesario cometer errores, pero jamás desistamos, confiemos en nuestro potencial, en nuestras capacidades, y jamás dejarnos influenciar por los vientos externos. Enfoquémonos siempre en las soluciones, no en las plagas y problemas. Querámonos, seamos empáticos y solidarios con los demás.
En esta primavera tal vez este momento es de florecer para muchos de nosotros, pero para muchos otros es tiempo de sembrar la semilla, sabia paciencia para esperar la temporada adecuada.