Este domingo da inicio a sus trabajos en Glasgow, Escocia, la COP 26. Es la cumbre climática más importante desde la que tuvo lugar en Francia en 2015, que produjo el Acuerdo de París. Con ella comienza una década que será decisiva para el futuro del planeta, la que culmina en el horizonte de 2030. Tenemos ocho años para disminuir a la mitad las emisiones de los gases que provocan su calentamiento, para que la temperatura no suba más de lo que consideramos tolerable: un promedio de 1.5 grados centígrados por arriba del nivel que tenía antes de la Revolución Industrial. Ocho años para hacer los planes, poner en práctica las políticas, implementar las normas y registrar al final, en efecto, los cortes de las emisiones. No parece posible. Pero el mundo no tiene otra opción.
Antonio Guterres, el secretario general de las Naciones Unidas, dio a conocer, antier, un documento que advierte que, con la tendencia actual, nos dirigimos hacia un aumento en la temperatura de 2.7 grados hacia finales del siglo. Añadió que las políticas anunciadas por los países para frenar el calentamiento del planeta reducirán las emisiones de gases de efecto invernadero en solo 7.5 por ciento para el año 2030, y que resulta necesario reducirlas en 45 por ciento para que la temperatura global no aumente más de 1.5 grados.
Más de cien países han anunciado que tendrán cero emisiones para mediados del siglo XXI. Pero las promesas son vagas y ambiguas. En vísperas de la COP 26, muy pocos han hecho públicos sus planes nacionales de corte de emisiones para la década que comienza —las llamadas NDC, por su sigla en inglés: Nationally Determined Contributions, que son un requisito del Acuerdo de París. El documento de Naciones Unidas, presentado por Guterres, afirma que apenas la mitad ha publicado sus planes. China e India, dos de los países que más contaminan, no lo han hecho todavía. Australia, Brasil, Rusia y México, a su vez, no presentaron avances respecto a sus promesas de 2015. Es una vergüenza que México esté en este grupo, al lado de la Rusia de Putin y el Brasil de Bolsonaro, y junto con el país que más contamina en el mundo en relación con el número de sus habitantes: Australia.
México anunció ya su postura: exigir mayor financiamiento para combatir el cambio climático. África tiene derecho a hacer este tipo de exigencias: el continente estará entre los más afectados por el cambio climático, sin haber tenido una responsabilidad mayor. México no. Somos uno de los países responsables del calentamiento global: estamos ubicados entre los primeros 15 que producen gases de efecto invernadero, con alrededor de dos por ciento de las emisiones globales, vinculadas, en su mayoría, con la producción de energía, que el gobierno desea hoy que sea petróleo y gas. Tenemos un gobierno de viejitos, a los que no les importa lo que sucederá en 20 años porque no van a vivirlo. Pero las generaciones más jóvenes están preocupadas y angustiadas, con razón, por el futuro del planeta, pues ellas sí van a vivir la crisis.
“Conviértete en el cambio que deseas ver”, dijo Gandhi. Todos los que sabemos que dejamos una huella de carbono tenemos que cambiar nuestro estilo de vida. Para reducirla.