Terminará mayo de este año como el peor mes en número de homicidios dolosos desde al menos agosto de 2020, según el reporte diario de homicidios dolosos generado por el equipo interdisciplinario constituido por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, la Secretaría de la Defensa Nacional, la Secretaría de Marina y la Fiscalía General de la República.
No es un aumento dramático, pero indica que el regreso a la normalidad después de dos años de pandemia ha traído también esa otra normalidad, la de la violencia y la guerra.
Esos números y las cada vez más evidentes tomas de territorio por parte de organizaciones delictivas, así como el crecimiento de la extorsión y el robo al autotransporte, entre otros delitos, no parecen alterar la estrategia del gobierno en términos de seguridad.
Al contrario, en los últimos días el Presidente ha defendido lo que se hace y acomoda los números para tratar de mostrar que las cosas van bien, pero no van. En el discurso, como lo hizo el viernes, ha insistido en que es un problema de descomposición social creada, sí, usted adivinó, por el neoliberalismo.
El viernes en la mañanera arremetió una vez más contra Felipe Calderón y su estrategia de lucha contra el narco para después hablar de divorcios, valores familiares, series de televisión sobre capos del narco y terminó recomendando que los abuelos lean la cartilla moral de Alfonso Reyes a sus nietos.
Unas horas después, cuando le preguntaron sobre el retén ilegal en la carretera a Badiraguato que detuvo momentáneamente a un grupo que iba al evento del Presidente, López Obrador dijo que había sido una confusión, que no pasaba nada y frente a más preguntas de los reporteros terminó diciendo “yo no soy Felipe Calderón”. Sin duda, en eso tiene razón.
Pero las consecuencias de la fallida estrategia de seguridad podrían terminar afectándolo a él y a su partido de la misma manera que la guerra contra el narco afectó a Felipe Calderón y el suyo.
Las encuestas más recientes muestran que más allá de la aprobación del Presidente, la seguridad sigue siendo la mayor preocupación de los mexicanos, y es ahí donde la mayoría piensa que el gobierno no está haciendo un buen trabajo.
No vaya a ser que la historia de este sexenio termine marcada por el fracaso para detener la violencia como marcó al del panista.
@puigcarlos