No digo nada nuevo o que no sepamos si digo que la impunidad es el mayor problema del país, uno que es añejo, estructural, profundo y que no existen señales de que sea arreglado ni pronto ni a mediano plazo.
Ahí están los datos que no hace falta repetir.
Las cosas solo empeoran cuando el asunto tiene a políticos y la política involucrados en procesos con responsabilidad legal, a veces criminal, en alguno asunto.
Tampoco es nuevo, el viejo PRI nos enseño cómo, salvo cuando habían perdido poder, la ciudadanía ya no aguantaba más y empezaron a caer en prisión o huyeron varios gobernadores. Un breve momento en la historia.
Hoy en día, el segundo sexenio de Morena en la Presidencia, además con una mayoría abrumadora en el Legislativo y los estados, pero al mismo tiempo con alguna fragilidad en la construcción de lo que llaman “el movimiento”, las cosas solo están peor.
Dos son ejemplos más recientes: el del llamado huachicol fiscal y el de la compra de medicinas.
Con apenas unos días, casi unas horas de diferencia, el aparato de seguridad federal descubre y asegura casi veinte millones de litros de combustible introducidos al país de manera ilegal. Se anuncian con bombo y platillo los aseguramientos en Ensenada y Altamira; fotos, comunicados, buen espacio en la mañanera. Curiosamente no existe en ninguna de esas expresiones la palabra “detenidos”. Sabemos, así se informa, que lo incautado ha entrado por puertos y pasado por aduanas. Ambas instituciones controladas por instituciones federales que o no vieron, o no quisieron ver, o se beneficiaron ilegalmente del paso del combustible. Presidencias municipales y dos gobiernos estatales que nunca vieron las muchas hectáreas donde se almacenaba y distribuía el huachicol. Se detuvo a algunos choferes de pipas y tal vez, algún velador.
Con las medicinas, algo similar. La Secretaría Anticorrupción anuncia que hay un montón de transas en la enorme licitación, la suspende, y sí, al menos la decisión es remover a los encargados de la institución, pero poco más, ya les darán otra chamba. ¿Detenidos? “Estamos investigando”; es la respuesta, sabemos cómo va a terminar eso. ¿Se acuerdan de la tragedia en el albergue —es un decir— del Instituto Nacional de Migración? Pues eso.
Todo sea por aquello de “la unidad”; en momentos en que “el movimiento” anda frágil.