En las últimas semanas Donald Trump y su equipo de campaña han tomado control completo del Comité Nacional Republicano (RNC, por sus siglas en inglés), la institución que rige y domina al partido en estados y condados, además de lo nacional.
Han cambiado no solo al presidente del RNC, sino que todos los departamentos más importantes como el de comunicación, análisis de datos, recaudación tienen nuevos líderes.
“Se trata de cambiar la mentalidad”, le dijo Chris LaCivita, asesor de Trump, al Washington Post; “el RNC es tan parte de la campaña de Trump como la campaña de Trump es parte del RNC. Es muy importante, desde nuestro punto de vista, que todo el mundo entienda que en una campaña, que no tendrá precedentes en la historia, todo el mundo tenga el mismo objetivo declarado”.
Estos cambios tienen dos objetivos: la recaudación de dinero —en la que Biden le lleva mucha ventaja— y la movilización el día de la elección, en la que había tenido discusiones de método con quien dirigía el RNC.
Leyendo esa historia y las cosas que Xóchitl ha dicho últimamente, me pregunto si la candidata de oposición no debería aprender un poco de lo que acaba de hacer Trump en relación con los partidos que (dicen) la apoyan. Van dos recientes declaraciones de la candidata:
“Pues ojalá los partidos me den más espacio y se den cuenta que el enemigo está bien cañón, porque yo no solo estoy peleando contra (Claudia) Sheinbaum, también con el Presidente. Entonces, ojalá me cedan más tiempo de sus spots y de su pauta para poder hacer más propuestas y más lana”.
De hecho, hay quejas del equipo de Xóchitl sobre cómo el partido tiene, en algunos spots, más relevancia que su candidatura.
“Yo creo que, a este ritmo, con lo que me den los partidos vamos a llegar a 300 millones de pesos. En ese sentido, creo que sí podríamos tener otro tramo de aportaciones de los partidos para que podamos tener más cobertura”.
En recaudación y en utilización de los tiempos oficiales que usan los partidos, ahí está la queja, están jugando para ellos.
¿Cómo estará la movilización?
No hay mucho que esperar de ellos, pero Alito y Marko no entienden que el futuro de sus partidos depende, en mucho, de cómo le vaya a Xóchitl.
Enfrente creo que ya hay pocas dudas, si es que alguna, de quién manda y a qué está dedicada la estructura de Morena… y la del gobierno.
Frente a eso, la fragmentación de la oposición es la peor receta si quieren competir.
