Convengamos en que todos sabemos que desde hace muchos años Michoacán está en problemas. Lo hemos visto en películas, documentales, noticieros, libros, reportajes escritos, en la prensa nacional e internacional….
Ahí nació, por petición de un gobernador y voluntad de un presidente, esto que llamamos guerra contra el narcotráfico y que nos tiene donde nos tiene. Ahí están las autodefensas y La Tuta y Godoy —por cierto ¿dónde anda ese Godoy?— y Mireles y más autodefensas. Un gobernador que se fue por ligas con el narco, ahí fue el michoacanazo, ahí mandaron a un funcionario federal a hacerla de virrey porque aquello ya no resistía. Ahí está ahora el caso de Aguililla, pero hay tantos casos similares que uno pierde la cuenta.
Michoacán está hace mucho en problemas. Si en un lugar el Estado no existe en amplías zonas de su territorio, es en Michoacán. Dicho lo cual, paso a lo que sucedió ayer. Después que se encontraron nueve cuerpos dentro de una camioneta en la ciudad de Zitácuaro, el gobernador Silvano Aureoles ordenó, cito de la nota de nuestro sitio, “reforzar las medidas de seguridad”. Oh sí.
También “en el marco de la Mesa de Coordinación para la Construcción de la Paz, el mandatario advirtió que las células delincuenciales no tienen cabida en Michoacán y que se seguirán combatiendo, por lo que se acordó redoblar esfuerzos entre los tres órdenes de gobierno para garantizar la tranquilidad de la población”.
No, pues ya la hicieron los michoacanos. Por cierto, el fiscal estatal dijo que los muertos eran consumidores de drogas. ¡Horror! Y no solo eso, tanto el gobernador como el fiscal afirmaron que eran parte de un grupo delictivo y la masacre producto de la rivalidad entre bandas.
Es decir, aquello de se matan entre ellos. Es increíble que los gobernadores, más de una entidad como Michoacán, sigan en lo que siguen. Entiendo que este gobierno y para que nadie se confunda, tampoco los pasados han hecho mucho respecto a la violencia y menos para ayudar a los estados y municipios a combatirlos, pero al menos lo que se espera, aun de Silvano Aureoles después de casi cinco años ahí, es un poco de compasión frente a la tragedia y algunas palabras que signifiquen algo.
Pero no. Lo mismo de hace 18 años. Y luego nos preguntamos por qué andamos como andamos.
@puigcarlos
