Curioso asunto el que sucederá el próximo domingo. Hemos sido convocados a las urnas, pero todos sabemos que no hay nada en juego.
No hay manera de alcanzar la participación de 40 por ciento del padrón para que el resultado sea vinculante, en caso de que ganara el sí a la revocación. Pero también sabemos que lo raro de este ejercicio, ideado y convocado y operado por quienes no quieren que sea revocado el mandato, hará que el universo de los probables votantes del domingo se reduzca al lopezobradorismo, que lo utilizarán como una especie de ratificación del mandato ganado en 2018.
Pero, quién quiere ir a un partido de futbol cuando se sabe el resultado y, peor aún, cuando ese resultado no cambia nada en la competencia.
Es por eso, al menos para mí, que es tan desconcertante que tantos funcionarios públicos se hayan puesto del lado de la ilegalidad en todo este proceso, como bien lo ha señalado el INE.
Más extraño aún resulta que todas las normas que han violado los funcionarios públicos fueron establecidas en la ley por sus mayorías legislativas que, evidentemente, no pensaron lo que aprobaron.
Los actos de miembros del gabinete, gobernadores y otros nos han transportado a otros tiempos, aquellos en que el partido hegemónico, el PRI y su gobierno, hacía todo para imponer su voluntad en una elección más allá de la ley.
Basta escuchar, por ejemplo, a Claudia Sheinbaum el miércoles en el acto que supuestamente había convocado para aprobar la reforma energética y en el que aprovechó para cargar contra el INE: “No tienen autoridad moral. En el fondo odian la participación del pueblo”, dijo la jefa de Gobierno de la misma institución que certificó el triunfo del Presidente en 2018.
Porque si bien en las urnas el domingo no hay nada en juego, lo que sí estará en juego después del domingo es el futuro del INE y el Tribunal Electoral, a los que desde Palacio Nacional se les ha declarado la guerra.
Cualquiera que sea el nivel de participación no será suficiente para el Presidente y sus aliados, que culparán al instituto como, de hecho, ya lo han venido haciendo. No veo manera de que la anunciada reforma electoral tenga futuro en el Legislativo, pero eso no impedirá continuar el debilitamiento de los órganos electorales de aquí hasta 2024.
Carlos Puig
@puigcarlos