Morena es un partido ideado, creado, dirigido en todo momento por un hombre: Andrés Manuel López Obrador.
Harto de algunos de sus compañeros de muchos años en el PRD, sobre todo de las discusiones durante el proceso electoral de 2011-2012 y después del Pacto por México, el tabasqueño decidió ir por otro lado. El lopezobradorismo se fue con él.
Para 2015, partido nuevo, logró 8 por ciento de los votos y se ubicó como cuarto partido nacional.
Pero como todo partido o fuerza política forjada alrededor de un personaje, fue 2018, había presidencial, lo que hizo explotar a Morena ganando alcaldías, gubernaturas, escaños en los Congresos y, por supuesto, la Presidencia.
Obra de López Obrador, estos seis años de éxito y poder han sido dirigidos por él. Cada elección, cada movimiento interno, cada encuesta interna pasó por él y de él vinieron las decisiones. Quienes reciben programas sociales se los agradecen a él. Cada cosa que ha dicho en la mañanera es repetida por todo militante como si fuera un pasaje de la Biblia; cada iniciativa por él presentada en el Congreso es votada a ciegas por cada uno que viste sus colores.
Esto no quiere decir que al interior del partido no hubiera golpeteos, disputas, codazos y madrazos. Basta ver a Marcelo Ebrard o Ricardo Monreal, pero al final de cuentas una decisión del líder las arreglaba y todos calladitos a rendirle pleitesía al líder.
Andrés Manuel ya se va. Si, como todo indica, la próxima presidenta será Claudia Sheinbaum, tocará a ella lidiar con el futuro del partido. Partido en el poder, el que tiene más gubernaturas y el que probablemente tendrá mayorías —simples— en las cámaras federales.
El poder de la Presidencia es lo que es y no es poco, pero al mismo tiempo Claudia no es López Obrador ni está forjada en la disputa partidista y la grilla. Además tendrá que lidiar con los problemas de un país, que no son pocos ni sencillos de resolver.
Grilla sobrará allá adentro en los próximos años y su magnitud y complejidad dependerá de algunas gubernaturas de las que están en juego, como CdMx y Veracruz y lo que en esos estados suceda. Si no les va del todo bien, veremos a viejas figuras del perredismo/morenismo —otra vez Ebrard, Monreal y otros— reaparecer en escena.
Porque la decisión política más importante en los próximos años para Claudia y para Morena será la misma que para cualquier presidente: quién la sucederá y eso no será sencillo.