Según un reporte de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito en 2017, el mejor año para Afganistán, 328 mil hectáreas del país tenían sembradíos de opio; 85 por ciento de la producción mundial.
Para comparar: México, que es el tercer lugar mundial, tiene sembrados de opio, según la misma oficina de la ONU, en unas 20 mil hectáreas.
En 2017, el valor de la “economía del opio” en Afganistán, según la misma oficina, era de entre 4.1 y 6.6 mil millones de dólares, o lo que es el equivalente a entre 20 y 32 por ciento del PIB del país.
Según el reporte de ese año, la siembra y cosecha de opio proporcionaron el equivalente a 354 mil empleos de tiempo completo para trabajadores locales y migrantes contratados por los agricultores. Dice el reporte: “Los ingresos obtenidos con el opio apoyaron la economía rural más amplia y lícita que permitieron a las zonas rurales mantenerse. Los opiáceos han creado así una economía ilegal que ha permeado la sociedad rural hasta el punto de que muchos en las comunidades —no solo los agricultores— se han vuelto dependientes de los ingresos del opio para sostener sus medios de vida”.
“Los talibanes han contado con el comercio de opio afgano como una de sus principales fuentes de ingresos", dijo a Reuters Cesar Gudes, jefe de la oficina de Kabul de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito. Y de hecho, parte del esfuerzo estadunidense en estos años había sido la erradicación de esas plantaciones y la destrucción de laboratorios, asunto en el que fracasaron.
En las provincias que desde hace 20 años siguieron dominando los talibanes y en las que iban conquistando año por año, pero no solo en esas, la siembra del opio aumentó.
En el año 2000, el entonces gobierno talibán había querido congraciarse con la comunidad internacional y comenzó a prohibir la siembra, pero a los pocos meses la reanudó por las protestas en las zonas rurales. Lo cual puede ser un adelanto de lo que sucederá ahora que han retomado el control del país y mostrará qué clase de relación quiere el gobierno talibán con el mundo. Y claro, qué quiere el mundo con ellos, más allá del enorme fracaso estadunidense después de su guerra más larga.
Carlos Puig
@puigcarlos